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Miércoles, 13 de julio 2022, 20:13
Salamanca cuenta con múltiples detalles curiosos, que van más allá de la rana y el astronauta. Como los capiteles que coronan las columnas de la plaza del Corrillo.
Representan los días de la semana romanos: el lunes (una Luna), el martes (Marte, Dios de la Guerra), miércoles (Mercurio, Dios del Comercio), jueves (Júpiter, padre de los Dioses), viernes (Venus, Diosa del Amor), sábado (Saturno, Dios de la Agricultura y del Tiempo), domingo (el Sol, el día del Señor, Domini).
Esta incorporación al patrimonio es bastante reciente, de abril de 1954, cuando unos antiguos capiteles de hierro se revistieron de piedra y se remataron con figuras alegóricas a los días de la semana.
Antesala de la Plaza Mayor, hasta 1921 el Corrillo estuvo al mismo nivel que los soportales y había que bajar unas escaleras de cinco peldaños para entrar a la Plaza Mayor (o subirlas cuando se andaba desde el recinto monumental en dirección al Corrillo). Las escaleras se suprimieron en la década de 1920 para permitir el paso de vehículos y el tráfico rodado en la Plaza Mayor, el ágora que fue símbolo del conflicto entre la tradición y la modernidad que tan bien ha relatado Conrad Kent en el libro que recoge la historia fotográfica de este gran espacio público.
El Corrillo, que fue la plaza de la Hierba durante los enfrentamientos nobiliarios de la historia salmantina, también acogió un mercado de caza y pesca. Hay fotos de principios del siglo XX que así lo atestiguan. Cuando en 1909 se inauguró el vecino Mercado Central de Abastos, desaparecieron los puestos de venta de la plaza del Corrillo.
Al Corrillo da la fachada románica de la iglesia de San Martín, un templo para admirar y que merece una detenida visita, aunque en la actualidad está cerrado por obras durante ocho meses para rehabilitar su interior.
También se encuentra en este espacio la estatua de Agustín Casillas que recuerda al salmantino Remigio González Martín, “Adares” (1923-2001). El Corrillo fue el lugar donde el poeta vendió sus libros. La escultura no está exactamente donde los salmantinos recuerdan a “Adares”, sino andando y de espaldas a la calle Quintana. Agustín Casillas le homenajeó subiendo por la calle San Justo, con su mochila en bandolera y con gesto de patriarca, como dejó escrito el escultor en un poema que se leyó cuando en 2016 fue descubierta esta figura de dos metros de alto.
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