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«Ser animado racional, varón o mujer». Es la primera de las acepciones que la Real Academia Española (RAE) tiene para la palabra «hombre». Como ejemplo, añade: «El hombre prehistórico». Frente a ello, la Universidad de Salamanca, junto a otras 54 universidades españolas, llama a no utilizar ese término como genérico ya que «no incluye a las mujeres», como alternativa propone «humanidad», «ser humano» o «persona».
«Utilizar frases como «La historia del hombre» o «El hombre en la arquitectura» en lugar de ser humano invisibiliza a las mujeres, transmitiendo la idea de que no han sido agentes de la historia ni sujetos de derechos». Así lo recoge el documento contra el uso sexista del lenguaje aprobado por el Pleno de Políticas de Igualdad de Género de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) y que el Estudio salmantino hace suyo.
En la misma línea estas «Recomendaciones para un uso adecuado del lenguaje en las universidades», que buscan extender expresiones políticamente correctas en el entorno académico, llama a no utilizar el término «ciudadano» y hablar de «ciudadanía». También repudia las palabras «profesores», «alumnos», «investigadores», «titulados» o «director» y ofrece como alternativas «personal docente», «alumnado», «personal investigador», «personas tituladas» o «dirección».
Todo ello con el objetivo de evitar un discurso que ignore a las mujeres y sus experiencias, señala el acuerdo plenario de la CRUE. Y, con el fin de evitar el masculino, también insiste en evitar «uno», «todos», «algunos», «varios» y «muchos» y cambiarlos por «alguien», «algunas personas», «un grupo de» y «una multitud». Tampoco aconseja utilizar «el», «los», «aquel», «aquellos» y «todos».
El planteamiento va más allá. Con el objetivo de respetar a las personas no binarias —que no perciben su identidad de género en términos binarios de hombre o mujer, según la RAE—, apela para evitar palabras que evidencien un género masculino o femenino y en su lugar modificar la frase de manera que se utilicen palabras neutras o cambios gramaticales. La otra solución que pone sobre la mesa es utilizar el femenino anteponiendo la palabra persona o personas o preguntar directamente con qué pronombres se identifica. «Referirse a las personas por los pronombres que ellas mismas eligen es básico para respetar la dignidad humana», señala el documento.
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