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La complicada formación de los pilotos de la Escuela Militar de Transporte de Matacán

24 pilotos alumnos concluyen esta semana su intenso curso de especialización y podrán volar los aviones apagafuegos, los que patrullan en el Mediterráneo y el Índico o los que transportan personal y material

Martes, 31 de mayo 2022, 11:52

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Aquellos que logran cumplir su sueño de convertirse en piloto militar no lo han tenido fácil. Acceder a la Academia General del Aire, ubicada en Murcia, exige una elevada nota de la EBAU (Selectividad) que suele ascender a 13 puntos, además de superar unas pruebas físicas, psicotécnicas y reconocimientos médicos. Una vez se inicia la formación como pilotos alumnos, no todos se adaptan al régimen militar y algunos abandonan en el primer curso. Los que continúan y superan los exigentes cursos, desde primero a cuarto, eligen en quinto curso su especialización: volar aviones de caza y ataque, helicópteros militares o aviones de transporte militar.

La más demandada es ésta última especialidad, cuya escuela se ubica en Matacán. A los alumnos les atrae la posibilidad de realizar vuelos al extranjero, transportar a personalidades, personal o material, realizar operaciones de vigilancia marítima (en el Mediterráneo y en el Índico), participar en misiones internacionales (ahora en África) o pertenecer al grupo de extinción de incendios.

Esta semana, 24 pilotos alumnos -que residen en la residencia de la propia base salmantina- concluyen su intenso curso, donde no sólo han realizado el curso de transporte aéreo, con clases teóricas, 10 horas de simulador y 100 horas de vuelo (incluidos de noche, viernes por la tarde y sábados), sino también el curso de mercancías peligrosas. Un curso que requiere de una amplia dedicación de los escasos docentes, que se encargan no sólo de preparar y dar las clases, corregir exámenes y acompañar en las prácticas de vuelo, sino también tutorizar a los alumnos (cada profesor tiene a uno o dos).

El profesor se encarga de la motivación de los alumnos, que son jóvenes muy preparados con una amplia capacidad de estudio, y también realizan un seguimiento personalizado por si bajase su rendimiento debido a causas externas. En estos casos la escuela cuenta con un gabinete psicopedagógico para atender los problemas de los alumnos, que tienen que tener la mente concentrada cuando se suben a los mandos del avión.

En la escuela lo más importante es que aprendan a gestionar una misión, donde lo complicado no es el vuelo en sí, sino “la planificación, que es lo más importante para tener un vuelo seguro”, según destaca el comandante San Cristóbal, jefe de la Escuela Militar de Transporte Aéreo de Salamanca. Cualquier despiste puede derivar en un accidente.

Las prácticas en el avión T-19 (con presencia del profesor y el mecánico de vuelo en la aeronave) comienzan con viajes cercanos por Salamanca, Castilla y León y comunidades limítrofes, que después se amplían a toda España. Por eso es fácil que los salmantinos vean a menudo a uno o dos aviones grises militares sobrevolando una o varias veces al día el cielo de la capital y del alfoz. Los pilotos aprenden a aterrizar y despegar en todas las bases españolas con las dificultades, por ejemplo, de Asturias, Vigo o Bilbao. Aprenden a volar de noche y también en misiones tácticas. El próximo año se añadirán prácticas de patrulla marítima y reabastecimiento en vuelo.

Y aunque en esta Escuela de Matacán el curso estrella es el de Transporte, también se imparten otros como el de supervisor de carga, cursos de apoyo al aerotransporte y de mercancías peligrosas.

Sin embargo, en la escuela reconocen la actual problemática con el trasvase de pilotos militares a la aviación civil, donde con el mismo rango cobran mucho más, vuelan más y tienen mejores horarios. Los pilotos militares pueden renunciar a ser militares a los 10 años o pedir la excedencia a los 12 años, para pasar a la aviación civil.

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