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La castañera Sara Calvo asando los calbotes en su puesto ALMEIDA
La castañera más antigua de Salamanca: “Comencé hace 22 años como hobby y aquí sigo”

La castañera más antigua de Salamanca: “Comencé hace 22 años como hobby y aquí sigo”

Este año han tenido que alzar sus precios por la subida de la castaña y del carbón

Lunes, 9 de enero 2023, 13:37

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Los habitantes de Salamanca, la ciudad que hiela los huesos pero calienta el corazón, están acostumbrados al frío y a ese aroma característico que invade las calles principales y que anuncia la llegada del invierno. Los viandantes acogen con júbilo la apertura de los puestos de castañas y se deleitan con el inolvidable aroma a castaña asada con carbón de encina.

Esta es una tradición que pocas ciudades de España mantienen y que han cambiado por el butano o la luz en su defecto. Sus artífices: los castañeros. Ellos son los encargados de seguir trayendo a las calles de estas ciudad los mejores frutos de las sierras de la provincia para servirlos en humildes cucuruchos de papel. Su refugio se convierte en el rincón que no solo ofrece el mejor bocado del invierno, sino también la mejor estufa: la lumbre.

Ninguno de los castañeros actuales lo son por tradición familiar. Sara Calvo es una de las pocas castañeras y la más veterana de la ciudad. Saluda simpática a los clientes que se acercan a su puesto y conversa con ellos mientras entran en calor.

Llevo 22 años asando castañas, pero no es un trabajo, yo lo tomo como un hobby”, aseguró a este periódico. Empezó en el oficio cuando llegó a Salamanca a estudiar, ya que ella era originaria de Ciudad Rodrigo. Al principio lo cogió con unos amigos, pero luego ellos “hicieron cada uno su vida” y ella continuó porque no es algo que le suponga mucho esfuerzo y le gusta.

“Yo estoy tan feliz, para mí no es trabajo. Es verdad que al final de la temporada ya estás cansada porque es de lunes a domingo y no tienes una tarde, pero aquí me tienes”, reconoció entre carcajadas. La temporada comenzó en el puente de los Santos y ahora mismo está en la recta final.

Normalmente suele asar castañas desde las 6:30 de la tarde hasta las 9:00 o 9:15 horas. Para ella ha sido muy buena, “como todas”. Sin embargo, ha tenido que subir el precio de los calbotes debido al ascenso en el precio de las castañas y del carbón. “Han caído menos y cuando escasea el producto y la demanda se mantiene el precio asciende, las hemos tenido que poner más caras”, explicó Sara. Siempre compra el género a un agricultor de la zona, aunque este año ha tenido que comprarlas también más caras.

Aun así, la ciudad salamantina ha notado la ausencia de los puestos de algunos barrios debido a la falta de vacantes para ello, algo que no había ocurrido con anterioridad: “Otros años prácticamente nos pegábamos, este año se han quedado muchos sin cubrir como el de Comuneros, el del Paseo San Antonio o el de la Alamedilla”, reconoció sorprendida la castañera.

Aún así, ella llega a comprender lo sucedido: “Mucha gente no ha querido postularse por las ayudas que está recibiendo, hay que darse de alta como autónomo durante la temporada y entonces dejas de cobrar”, explicó Sara, también haciendo alusión al alto coste del cupón de los autónomos. Lo único cierto es que Salamanca ha tenido sus calbotes gracias a los castañeros y castañeras que siguen siendo fieles a una tradición que trae cada noviembre el invierno a las calles salmantinas y que atrae a salmantinos y curiosos.

Aun así, el fin de la Navidad vaticina el fin de la temporada de calbotes, que ya se encuentra en su recta final. Habrá que esperar otro año para que su aroma vuelva a embriagar a los salmantinos de nuevo.

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