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Miércoles, 17 de noviembre 2021, 14:57
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La salmantina Mayté Maldonado, que superó una infancia de miseria y se convirtió en una artista que triunfó por toda América, publica “Apocalipsis 2021” (Ediciones Punto Rojo), donde traza un plan para luchar contra la hambruna, el calentamiento global y la emigración forzada con el apoyo de las principales fortunas del planeta, bajo el estricto control del Papa Francisco. La autora es consciente de que las personas más ricas del planeta ya son las principales donantes en el mundo actual, pero también de que es necesario el indiscutible liderazgo del Santo Padre para distribuir su dinero de manera ordenada y eficiente.
– Acaba de lanzar el libro “Apocalipsis 2021”, muy diferente a “La condesa se confiesa”.
– “La condesa se confiesa” son mis memorias. Para “Apocalipsis 2021” me inspiró Nuestro Señor Jesucristo desde 1991. Desde 1991 llevo estudiando la política mundial y poco antes de la pandemia vine al chalé de Vega de Tirados, donde nunca me quedaba más de tres semanas. Y Nuestro Señor Jesucristo me habló para que escribiera un libro. Me hablaba y le empecé a grabar, con una grabadora que compré con una amiga. Estuve seis meses en una burbuja, grabando todo el libro que me dictó Jesús y que empezó a fraguarse en mi cabeza desde que fue elegido el Papa Francisco.
– En 1991 superó un cáncer de mama y su vida dio un vuelco.
– Soy católica, apostólica y romana, pero entonces yo no iba a la iglesia más que a bodas y entierros. De pequeña quería ser monja, pero luego me olvidé de ello completamente. Me dediqué al espectáculo, y siempre he sido buena para los negocios y la compra-venta de propiedades. En 1990 me enfermé. Me llevaron a la Clínica de los Hermanos Mayo en Rochester. Me diagnosticaron cáncer en los dos senos y tenían que cortarme los pechos. Cuando me fueron a buscar para la operación, yo estaba aterrorizada. Una empleada de una de mis tiendas me había dado un librito pequeño de oraciones que no había mirado. Cogí el libro y lo abrí por donde decía “Dios mío, tengo cuervos a mi alrededor: métete en mis entrañas”. Y empecé a gritar “¡Métete en mis entrañas, métete en mis entrañas!” y apareció Nuestro Señor Jesucristo en persona, con una luz increíble, y me tranquilicé. Ahí cambió mi vida por completo y desde entonces he buscado a Jesús por todas partes y he colaborado con la Iglesia.
– ¿Cuál es su plan para luchar contra la hambruna, el calentamiento global y la emigración?
– Un fondo económico global liderado por el Papa Francisco y con aportaciones de los billonarios que yo conozco.
– ¿El Papa Francisco conoce este proyecto?
– No. Al Papa le he visto asomarse a la plaza de San Pedro en Roma, pero no he contactado con él. Primero he querido presentar el libro en Madrid. Va a haber ediciones en inglés e italiano. Tengo pendiente contactar con el Papa esta semana o la próxima, si Dios quiere. Y si acepta el fondo global contra la hambruna, el calentamiento global y la emigración, va a llegar un poco de luz. Yo he mandado una carta personal a 24 billonarios, que tienen de 50 billones para arriba. A los billonarios les encanta ayudar y dan mucho dinero. Ya ayudan mucho, pero solo llega el 25% de lo que dan y el resto se lo roban por el camino. También digo en el libro que tenemos que pedir perdón a Dios porque hemos hecho un basurero de mundo.
– Usted es una de las mayores recaudadoras de fondos para la Iglesia. Su fortuna está al servicio de la Iglesia y las ventas de sus libros van a la Fundación Jesús de Nazaret, radicada en Puerto Rico y país donde reside.
– Vengo de una pobreza extrema en Rollán, pero en Panamá me hice millonaria. Antes de mi encuentro con Jesús, vivía con un lujo bárbaro: vivía en La Moraleja, tenía 30 abrigos de pieles, bellezas de joyas... Salía con Alfonso de Hohenlohe y Alfonso de Borbón, iba a almorzar desde Marbella al Maxim’s de París en avión privado. Me casé siete veces, dos de ellas con el mismo hombre. Cuando en 1991 desperté de la anestesia y vi la película de mi vida, sentí pena por mí misma, por todas mis barbaridades y excesos. Y como no había dedicado mi vida a la Iglesia, sí me convertí en una recaudadora de fondos para la Iglesia católica.
– ¿Su fortuna también va a ser para la Iglesia?
– Mi fortuna y todo lo que poseo, que está valorado en millones, va a ser para la Iglesia. He sido una trabajadora incansable y no debo nada a nadie. Me he casado con gente rica, pero siempre pagaba yo el divorcio: yo era más rica que ellos.
– ¿Es cierto que no sabe en qué año nació? ¿O es coquetería?
– Contraté detectives para averiguar quién era mi papá, algo que nunca se supo porque mi mamá se ponía blanca cuando le preguntaban. Hay dos partidas de nacimiento diferentes, una de 1937 y otra de 1944. Como fue una vergüenza tan grande para toda mi familia que mi mamá me tuviera a mí de soltera, yo que soy una mujer de estrategia y de lógica para los negocios he pensado que mi abuelo puso las dos fechas en las partidas de nacimiento porque no quería que me encontrara mi padre y porque el secretario que había en Rollán era de mi familia.
– Pero sospecha que su padre fue un conde.
– Preguntando por los alrededores de la casa de mis abuelos, me dijeron que creen que fue un conde que pasó por allí, se enamoró de mi mamá y se la llevó para Salamanca. Yo era una vergüenza y creo que decidieron llevarme a las Adoratrices, pero fue algo que luego se frenó.
– Usted se ha casado siete veces a lo largo de su vida.
– Dos de ellas con la misma persona. Yo aconsejo a todos que se enamoren solo un 40%, que es algo que pongo en “La condesa se confiesa”. A mí los maridos no me duraban más de tres años; a los tres años empezaba a ver defectos a aquel marido tan espectacular e inteligente del que yo estaba un poquito enamorada. Y desde 1991 estoy en el celibato, como un sacerdote.
– Se hizo famosa en Panamá.
– Fui vedette, cantante y solista, finalmente. Me montaban los espectáculos en Hollywood e iba con ellos por América. En México hice un programa con Cantinflas en la televisión. Gané un dineral.
– Y le contó a Omar Torrijos cómo tenía que dar el golpe de Estado en Panamá.
– E hizo exactamente lo que yo le dije. Cuando yo fui a Panamá, aquello era un fango: existía el Panamá Hilton y cuatro cosas más. Y como yo era tan buena para los negocios, después del golpe de Estado hice que pusiera un paraíso fiscal. Ahora aquello es como el Manhattan de Nueva York.
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