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Una larguísima caravana de coches atraviesa la Nacional 620 a finales de los años 80. ARCHIVO
'MEMORIAS EN BLANCO Y NEGRO'

Así eran las interminables caravanas a Portugal que colapsaban Salamanca en verano

La apertura de la circunvalación por el oeste acabó en 1989 con los asfixiantes atascos que, en julio y agosto, colapsaban el tráfico en la ciudad por el paso de los emigrantes portugueses en Centroeuropa

Roberto Zamarbide

Salamanca

Domingo, 13 de julio 2025, 06:45

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Hubo un tiempo en que españoles y portugueses buscaron cumplir sus sueños de prosperidad mirando a Europa, entendida como lo que estaba más allá de los Pirineos. Miles de familias ibéricas emigraron a Francia, Alemania y Suiza buscando construir un futuro. Eran gente humilde con pocos recursos, para quienes después de un año de austeridad y ahorro, el único veraneo posible era viajar hasta su tierra en una tan ilusionante como agotadora travesía.

Miles de salmantinos vivieron esa experiencia en primera persona. Pero fueron muchos más miles de portugueses los que cada fin de mes estival, incluso de cada quincena , atravesaban la provincia por la carretera nacional 620 Burgos-Fuentes de Oñoro con destino a su país. En los 70 y 80, con el aumento del parque de vehículos, la carretera de doble sentido se veía desbordada por un enorme volumen de tráfico y la siniestralidad se disparó hasta tal punto que la N-620 pasó a ser conocida como la 'carretera de la muerte'.

La llamada 'Operación Tránsito' era todo un reto para la Guardia Civil. Las vías centrales de la ciudad como Torres Villarroel, Carmelitas (entonces avenida de Alemania) y paseo de San Vicente eran en los días señalados un puro atasco insufrible para miles de viajeros lusos con matrículas centroeuropeas que iban o volvían a su destino. Ni las sandías y melones que se ofrecían en los puestos a la salida de la ciudad, y que agotaban existencias, lograban aliviar la asfixia del personal en aquellos días en que no se frecuentaba el aire acondicionado en los vehículos.

Intenso tráfico por la actual Carmelitas

La calzada de la antigua avenida de Alemania, con conos para canalizar mejor la avalancha de vehículos que cruzaban Salamanca.

Unas obras de asfaltado en la antigua avenida de Alemania forzaron en agosto de 1981 a plantear la primera circunvalación de Salamanca para esta avalancha estival. Como alternativa se abrió una ruta que partiendo del Quinto Pino (al inicio del futuro polígono de los Villares) se dirigía a Villamayor, cruzaba el Tormes por el recién construido Puente Gudino y se encaminaba al sur hasta conectar con la carretera de Ciudad Rodrigo. Pese a aliviar circunstancialmente el tráfico de la ciudad, la obra, liderada por la Diputación, no estuvo exenta de polémica, ya que el PSOE reclamó al Gobierno de UCD una solución definitiva.

Caos en la glorieta

El nudo de La Glorieta, aún sin rotonda, era uno de los puntos negros de circulación en los días críticos del paso de los emigrantes por la capital.

En los años siguientes, con los socialistas en el gobierno municipal, se adaptaron medidas como el desvío del tráfico hacia el sur por Álvaro Gil y el planeamiento de la futura avenida de Salamanca como ronda intermedia. Mientras tanto, cada verano, familias enteras de emigrantes en vehículos cargados hasta los topes protagonizaban viajes interminables, como Marie Helene, que llegaba desde Faro con sus padres y preveía llegar a Pau en diez horas; o José y su señora, que se turnarían al volante para cubrir las 30 horas de viaje que tenían por delante desde Lisboa a Ámsterdam; o José, 18 horas en carretera de Castelo Branco a Toulouse. En su parada para reportar en la gasolinera, algunos aseguraban al periodista que tenían previsto detenerse a descansar en algún momento. Quien sabe si todos aquellos testimonios del reportaje de LA GACETA llegaron a su destino.

Atasco en Torres Villarroel

El paseo de Torres Villarroel, con el pavimento por entonces adoquinado, en una imagen habitual del verano con el aumento del flujo de tráfico por las vacaciones estivales.

Pero en el verano de 1989, todo empezó a cambiar. El Gobierno «europeo» de Felipe González ya había emprendido la renovación de infraestructuras viarias con el respaldo de Bruselas. Y falta hacía en Salamanca, porque los primeros ciudadanos portugueses que cruzaban entonces la N-620 se quejaban amargamente en LA GACETA del mal estado de las carreteras. «Están mal asfaltadas, tienen baches y agujeros de todo tipo, No hay una señalización clara y no es la primera vez que nos equivocamos de carretera… Parece mentira que todos los años que regresamos a Portugal nos encontremos con este desastre».

En la frontera

La Operación Tránsito obligaba a un importante despliegue de efectivos de la Guardia Civil de Tráfico. En la foto superior, la frontera de Fuentes de Oñoro.

Bajando al río

Intenso tráfico de bajada procedente del paseo de San Vicente hacia el puente Sánchez Fabrés. Entre los vehículos, abundan las matrículas extranjeras.

El jueves 27 de julio comenzaban las buenas noticias. El ministro de Obras PúblicasJavier Saenz Cosculluela inauguraba en el mismo día el tramo de autovía Valladolid-Tordesillas y la variante de esta localidad vallisoletana, verdadero nudo de comunicaciones en el que conectaban la autovía de Castilla y la A-6 Madrid La Coruña.

La ansiada circunvalación

Y al día siguiente, jueves 28, Salamanca fue al fin la protagonista. Pasaban dos minutos de la una de tarde cuando un vehículo de matrícula francesa, concretamente un Fiat Uno 60 DS de color negro en el que viajaba una joven pareja, estrenaba la nueva ronda de circunvalación. El Ministerio de Obras Públicas (MOPU) adelantó la apertura del desvío para que pudiera asumir la habitual avalancha de tráfico procedente la frontera y Valladolid con destino a Portugal, y que a esa hora ya acumulaba varios kilómetros de caravana desde Castellanos de Moriscos.

Provisional y algo chapucero, pero la apertura del paso fue un alivio para la ciudad. La primera conexión directa desde antes del polígono de los Villares hasta Buenos Aires tenía en su estreno un solo carril de 3,5 metros por sentido y arcenes de 2,5 metros. Aún no estaban listos los enlaces con las carreteras de Fuentesaúco, Zamora y Ledesma, pero pese a la precariedad de la vía, sus efectos fueron palpables: si en los días críticos de tráfico cruzar la ciudad podría llevar en torno a una hora por el atasco continuo, con la circunvalación, libre de cruces y semáforos, el tramo de unos 10'5 kilómetros podría completarse en «no más de cinco minutos». Al menos, así lo vendieron los políticos ese día triunfal.

Histórico

El primer vehículo que cruzó por la nueva circunvalación provisional abierta el 27 de julio de 1989.

El nuevo vial sin embargo, no liberó la ciudad de atascos ese primer día. En las primeras horas solo se permitió la circulación en ese sentido hacia Portugal, ya que no estaba lista la señalización para los conductores que llegaban desde la carretera de Ciudad Rodrigo, que fue rematada por la noche.

Los pioneros que estrenaron la nueva circunvalación fueron obsequiados con un folleto del MOPU sobre el proyecto de la obra y un puñado de caramelos, una sorpresa que a buen seguro dio para una divertida conversación de la pareja dentro del Fiat Uno hasta Tejares y bastante más allá.

LA GACETA del domingo 30 destacaba una insólita imagen en un fin de semana veraniego con cambio de mes: el paseo Torres Villarroel, entonces adoquinado, totalmente libre de vehículos. Según declaraba el jefe provincial de Tráfico, Juan Cándido Matías Vicente, los pocos vehículos extranjeros que ese día cruzaron la ciudad «eran los que fueron presa del despiste, repitieron el acostumbrado itinerario de otros años o, simplemente, deseaban detenerse en la ciudad».

En el último verano sin circunvalación, un total de 19.687 vehículos habían cruzado Salamanca en el día de mayor tránsito, que fue el 31 de julio de 1988. Al día siguiente, 1 de agosto, el tráfico se redujo en cerca de 3.000 vehículos. Ese día fue la hora punta del verano, cuando desde las 10 de la mañana pasaron por la capital 1.268 vehículos, de los que 250 eran pesados.

En la década siguiente, la Nacional 620 se fue convirtiendo por tramos en la autovía A-62. El 1999 se abrió Salamanca Valladolid, en 2006 a Ciudad Rodrigo incluido el enlace suroeste y en 2008 la vía rápida llegó a Fuentes de Oñoro. Se cerraba así la leyenda negra de la 'carretera de la muerte'.

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