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Se anunció como «regalo» por su veinte aniversario, se barajó su estreno para el otoño de 2023 y se confió en que llegar a tiempo para abrirla la pasada Semana Santa, pero lo cierto es que las obras para la quinta ampliación de la exposición Ieronimus todavía no han empezado. Tras la restauración del atrio o lonja norte y la apertura de los aseos públicos de la plaza Anaya hace menos de un mes, mostrar la cara oculta de las bóvedas de la nave central es el reto más inmediato en el que colaboran el Ayuntamiento y el Cabildo y, si no se produce ningún retraso, antes del verano podrían iniciarse finalmente las obras para acondicionar la bajocubierta de la Catedral Nueva para las visitas. Está redactado ya el convenio de colaboración entre las dos instituciones, que, a la espera solo del visto bueno de la Sociedad Municipal de Turismo, se firmará en un mes, según fuentes municipales. Y el máximo órgano de la basílica ha solicitado a tres empresas ofertas para acometer estos trabajos, que fueron autorizados por la Comisión Territorial de Patrimonio el pasado julio. A finales de abril, el Cabildo esperan disponer de ellas para que, tras revisarlas el arquitecto del plan director de la basílica, Valentín Berriochoa, poder elegir una.
La ejecución del proyecto, cuyo presupuesto estimado asciende a 248.970,34 euros —IVA incluido—, se prolongará durante cinco meses. De esta forma, a finales de año o principios de 2025, salmantinos y turistas podrían empezar a caminar por la pasarela que se encuentra por encima de las bóvedas de crucería de la seo pero por debajo de la cubierta, un espacio hasta ahora desconocido para la mayoría del público y al que se accede desde la terraza superior de la Catedral Nueva.
Las obras se centrarán en la limpieza, adecuación, mejora de la iluminación y equipamiento del nuevo espacio visitable. El mayor reto de esta actuación se encuentra precisamente en el difícil acceso a la estancia que se va a acondicionar. Las estrechas escaleras de caracol por las que suben los visitantes hasta la terraza superior de la basílica no son una opción para subir hasta el bajocubierta el material necesario para la reforma. Por ello, en los planes de Berriochoa está levantar un andamio frente a la portada del Nacimiento. La estructura tendrá más de 40 metros de altura para poder bajar y subir a través de ella materiales y escombros. No solo llegará hasta la terraza, sino hasta las vidrieras que se encuentran unos metros más arriba, a una altura similar a la que se encuentra el reloj de la Torre de las Campanas.
Dentro de la bajocubierta también será necesario instalar un andamio. No se trata de una tarea sencilla, ya que la estructura no puede apoyarse en el extradós de las bóvedas, que no pueden soportar demasiado peso, así que tendrá que sostenerse en los puntos más estables de la construcción. Los técnicos de Patrimonio aconsejan precisamente «repartir la carga de los puntales del andamio, especialmente en aquellos que se apoyan en tramos horizontales de las bóvedas». En esta estancia es necesario retirar los residuos acumulados a lo largo de los años, pintar las estructuras existentes, acondicionar la pasarela actual y cubrir el suelo, así como los peldaños de las escaleras con madera para hacer más agradable la visita turística. Dado que lo que Turismo busca es evocar sensaciones al viajero que accede al «esqueleto» de la Catedral, está previsto también instalar un nuevo alumbrado y equipos de proyección audiovisual.
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