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Un usuario de un restaurante consulta una de las reseñas para decidir a donde ir. ALMEIDA

Los hosteleros salmantinos alzan la voz: «Hacen daño y no hay defensa»

Denuncian las reseñas falsas en Google y redes sociales ya que no encuentran la manera de poder eliminarlas y el mal queda hecho

M. B.

Salamanca

Lunes, 29 de septiembre 2025, 06:15

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Lo que nació como una herramienta útil para que los clientes compartieran sus experiencias y ayudaran a otros a elegir un buen restaurante, se ha convertido en un arma de doble filo para la hostelería. Cada vez más empresarios del sector denuncian que Google se ha convertido en terreno abonado para las reseñas falsas: comentarios negativos de personas que nunca han estado en el local, críticas de la competencia e incluso valoraciones generadas por boots automatizados.

Ante esta situación, el Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030 ha planteado una modificación legal que permitirá a los empresarios solicitar la retirada de reseñas siempre que acrediten que el usuario no ha disfrutado del servicio o que el comentario no es verídico. Además, se limitará el tiempo para valorar: los clientes solo podrán hacerlo en los 30 días siguientes a su visita o compra. La norma también prohibirá la compraventa de reseñas y obligará a las plataformas a informar sobre si verifican o no la autenticidad de las opiniones.

«Hay muchas reseñas falsas y de gente que ni siquiera ha estado», lamenta Marisa Sendín, del Mesón de Gonzalo. La hostelera asegura que el problema va en aumento y que incluso ha detectado casos de múltiples comentarios con el mismo nombre, numerados de forma consecutiva, claramente creados por sistemas automáticos. «Habría que verificar que realmente has estado allí, como hacen los hoteles, donde recibes un correo para valorar tras tu estancia. Aquí debería ser igual: que solo quien se ha sentado en una mesa pueda opinar», reclama.

El texto legal en trámite prevé que las reseñas emitidas se refieran a productos o servicios adquiridos en los 30 días anteriores y faculta a los empresarios a responder por el mismo canal. Además, abre la puerta a solicitar la eliminación de valoraciones falsas, siempre que se presenten pruebas claras, como facturas manipuladas, precios inexistentes o registros de clientes que demuestren que el autor nunca acudió al establecimiento.

Una opinión que comparte José Antonio Andrés Andrés, del restaurante Río de la Plata, quien denuncia la indefensión: «No tenemos ninguna herramienta para luchar contra eso. La reseña se queda publicada, la vea quien la vea, y no se puede borrar. A veces son robots que repiten el mismo nombre con variaciones». Aun así, este hostelero reconoce que la mejor estrategia es responder con educación e incluso invitar al crítico a volver, aunque admite que «ese comentario negativo queda ahí, a la vista de todos, y hace daño».

Más tajante se muestra Germán Hernández Carballares, del restaurante Casa Paca: «Llevo 26 años en la hostelería y las reseñas falsas de la competencia son las más duras. Pero no me preocupan. Yo pregunto a mis clientes cuando salen y se van encantados. El que se fía de Google para decidir dónde comer está perdido». Para este restaurador, la única crítica que importa es la que recibe en persona, directamente en el salón. «La mejor reseña es la de un cliente satisfecho que recomienda tu casa a otro, no la que escribe un desconocido detrás de una pantalla», sentencia.

Desde el restaurante Valencia, Beatriz Gómez adopta una postura más conciliadora. Aunque reconoce que han sufrido críticas inventadas, «alguna vez han hablado de platos que ni siquiera están en nuestra carta», también cree que una parte de los comentarios, incluso negativos, pueden aprovecharse para mejorar.

Los hosteleros coinciden en que el sistema de reseñas carece de filtros fiables y deja a los negocios expuestos, por eso apoyan que se esté trabajando en un marco regulador que otorgue más garantías y mecanismos de defensa.

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