La histórica calle que marcó un antes y un después en la historia del barrio: «La pagamos y la hicimos nosotros»
La lucha vecinal y la creación de la calle de Jesús Arambarri fueron determinantes en la historia de Puente Ladrillo. Este «puente» con Salamanca llegó al barrio como un hito que conectó a sus vecinos con los derechos de los ciudadanos
Ángel Amor
Salamanca
Miércoles, 30 de julio 2025, 11:43
Los primeros asentamientos vecinales en el barrio de Puente Ladrillo datan, aproximadamente, de 1890, cuando migrantes de los diferentes pueblos de la Armuña y otras familias ferroviarias comenzaron a organizarse en pequeñas casas bajas en torno al «Puente de Ladrillo», del que posteriormente tomó el nombre. Una barriada que durante décadas se mantuvo aislada de la ciudad, quedando fuera de lo que se consideraba el término municipal salmantino y donde la única posibilidad de comunicación que sus vecinos tenían con Salamanca era mediante un camino para el ganado o atravesando las vías de la estación de trenes.
En la década de 1980, bajo la alcaldía de Pablo Beltrán de Heredia y como una decisión personal del mismo edil, se abrió la comunicación de la calle de Jesús Arambarri en un hito para los vecinos de la zona quienes, después de muchos esfuerzos, derribaron la señal que marcaba el inicio de la ciudad en la esquina de la calle Filipinas con la calle Bilbao.
Hasta ese momento, los residentes de la zona, para satisfacer sus necesidades básicas, recurrían a la reinvención de sus propios recursos ante la ausencia del apoyo exterior. Vecinos veteranos del barrio aún recuerdan como «cualquier mujer voluntaria se prestaba a ser maestra y educar a los niños que allí vivíamos y la señora Anastasia era la encargada de 'arreglar' los huesos, tampoco llegaban aquí los médicos y los vecinos debíamos costearnos los servicios de Don José Luis». «Era un barrio principalmente de ferroviarios, que además de ferroviarios eran agricultores y ganaderos, padres responsables que tenían que mantener a sus familias».
De esta manera, la construcción de la calle de Jesús Arambarri, financiada y alzada con el esfuerzo y recursos de los propios vecinos supuso una apertura del barrio a la ciudad que también vino acompañado de la construcción masiva de naves industriales y otros edificios que también contribuyeron, mejor o peor, a la configuración del barrio como se conoce hoy: «La calle Jesús Arambarri posiblemente sea una de los mayores logros para que el barrio tuviese una integración, una comunicación que permitiese la integración. La calle la pagamos y la hicimos nosotros, los vecinos y costó un millón de pesetas de aquellos tiempos que el Ayuntamiento coronó con un cartel que indicaba el nombre de la calle labrado en piedra de Villamayor».
Aunque la apertura del barrio a la comunicación supusiese el inicio de los derechos de los vecinos de la zona, con el tiempo y la especulación, los mismos vecinos reconocen que la vida e barrio «hoy ya no existe», «queda un pequeño núcleo donde muchos conocemos pero ya no somos 'la familia' que todos los hijos de ferroviarios constituíamos en la zona».
Además, cabe destacar que esta calle «histórica» debe su nombre a Jesús Arambarri, un sacerdote salesiano muy comprometido con el barrio de Puente Ladrillo, «un auténtico luchador que quería ayudar a los vecinos».
Hoy, igual que la vida del barrio ha cambiado, el tránsito de la calle también, las casas bajas han sido sustituidas por edificios de nueva construcción y los pequeños comercios familiares son ahora grandes superficies que albergan franquicias. Aún así, vecinos como Tomasa Sánchez afirman que «la vida aquí es normal, hay muchas parejas jóvenes trabajadoras con hijos jóvenes» y otros como Ángel Peral o Jesús Martín reconocen que «es un placer salir a pasear todos los días» y que aunque verano se junten menos paisanos a la sombra, «esto en invierno se llena».
