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El teniente Joaquín Gómez Gámez, de la 2ª Compañía del Batallón de Caminos del Regimiento de Especialidades de Ingenieros Nº11 en Salamanca. FOTOS: LAYA

«Nos pidió que tirásemos su huerto abajo mientras lloraba»

El teniente Joaquín Gómez Gámez relata su experiencia durante 60 días en la dana de Valencia y otras catástrofes y cómo el Ejército de Salamanca se prepara para actuar con rapidez ante cualquier emergencia: «Las misiones te hacen relativizar porque ves a gente que lo ha perdido todo y sigue luchando»

Celia Luis

Salamanca

Domingo, 21 de septiembre 2025, 06:30

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El teniente Joaquín Gómez Gámez, encuadrado en la 2ª Compañía del Batallón de Caminos del Regimiento de Especialidades de Ingenieros Nº 11 de Salamanca, ha estado en primera línea en algunas de las catástrofes más graves de los últimos años, desde la dana de Valencia a incendios forestales o la instalación urgente de puentes provisionales tras derrumbes. Su vida profesional transcurre entre rutinas de instrucción en el campo de maniobras de Los Montalvos y salidas imprevistas para auxiliar a la población en momentos críticos.

El día a día en Los Montalvos

Su jornada comienza a primera hora de la mañana, a las 7:35, con la formación del personal y el izado de bandera. Después, el deporte: una hora diaria, haga frío o calor. «Es lo que más nos fortalece física y mentalmente para afrontar cualquier misión», explica. El resto del día se reparte entre instrucciones con maquinaria pesada, mantenimiento de vehículos y preparación técnica para estar listos para salir en cualquier momento. Como dice el propio teniente, «somos como un futbolista que entrena cada día y que cuando llega el partido —una emergencia real— debe dar el máximo».

Una salida de urgencia a Valencia

La madrugada de Todos los Santos de 2024, cuando la dana azotó con fuerza la Comunidad Valenciana, el teléfono del teniente sonó a las 2:00 de la madrugada. En pocas horas, junto a su tropa y un convoy de más de 40 vehículos de maquinaria pesada, partieron hacia las zonas devastadas. Tardaron casi todo el día en llegar desde Salamanca hasta Algemesí: «No sabíamos ni dónde íbamos a alojarnos, ni a dormir, solo fuimos con la mentalidad de hacer lo que hiciera falta».

Una vez en el terreno, su unidad trabajó en turnos de 12 horas retirando lodo, escombros y desbloqueando calles. Más adelante, entraron en acción con la reparación de caminos agrícolas, esenciales para los agricultores valencianos. «El batallón de caminos de Salamanca es referencia en estos trabajos dentro del ejército», recuerda.

Cooperación y unión

La operación supuso también un aprendizaje humano durante 60 días. Gómez Gámez recuerda cómo las familias colgaban sábanas blancas en los balcones pidiendo ayuda, cómo ancianos aislados agradecían la mano tendida de los militares y cómo todos los cuerpos de emergencia —Guardia Civil, bomberos, policías, voluntarios y Ejército— trabajaban codo con codo: «Yo nunca había visto tanta unión. El pueblo salva al pueblo, se decía entonces, y es algo que nos marcó a todos».

La anécdota de un agricultor

Entre las vivencias más impactantes guarda la de un pequeño agricultor italiano afincado en Valencia, cuya finca quedó devastada por el agua. «Nos pidió que tirásemos todo abajo para poder empezar de cero. Mientras lo hacíamos lloraba, enseñaba la escena a su madre por videollamada y nos daba las gracias una y otra vez. Había estado ocho horas subido al tejado esperando morir y aún así, después de perderlo todo, se volcaba en ayudar a sus vecinos», relata emocionado. «Ese hombre me marcó profundamente». El teniente todavía sigue a aquel agricultor en redes sociales: «Me alegra ver que poco a poco levantó otra vez su proyecto de huerta».

1 - Varios militares trabajan en el campo de maniobras de Los Montalvos. 2 - Gómez Gámez, dentro de una de las excavadoras. 3 - Maquinaria pesada, en el campo de maniobras.
Imagen principal - 1 - Varios militares trabajan en el campo de maniobras de Los Montalvos. 2 - Gómez Gámez, dentro de una de las excavadoras. 3 - Maquinaria pesada, en el campo de maniobras.
Imagen secundaria 1 - 1 - Varios militares trabajan en el campo de maniobras de Los Montalvos. 2 - Gómez Gámez, dentro de una de las excavadoras. 3 - Maquinaria pesada, en el campo de maniobras.
Imagen secundaria 2 - 1 - Varios militares trabajan en el campo de maniobras de Los Montalvos. 2 - Gómez Gámez, dentro de una de las excavadoras. 3 - Maquinaria pesada, en el campo de maniobras.

Emergencias en incendios

Su compañía también ha desplegado medios este verano en algunos de los incendios más graves de Zamora, Cáceres, Orense o León. Aunque recuerda que el Ejército no actúa en el frente de las llamas —esa tarea corresponde a la UME y a los bomberos—, su papel es crucial en labores técnicas como la apertura de cortafuegos, el refuerzo de caminos o la protección de embalses para evitar que las cenizas contaminen el agua destinada al consumo humano.

«Un referente»

Aunque la UME centraliza hoy gran parte de la intervención en emergencias, el Regimiento de Ingenieros de Salamanca mantiene un papel clave. «Aquí somos especialistas en máquinas, campamentos, puentes, caminos… Salamanca es referencia en todo lo relacionado con catástrofes», afirma con orgullo.

Un aprendizaje vital

De todas las experiencias, el teniente Gómez Gámez asegura que se lleva dos lecciones: la importancia de coordinar y cuidar a su tropa —«tener a las personas listas es lo esencial»— y la necesidad de valorar lo que de verdad importa. «Estas misiones te hacen relativizar, porque ves a gente que lo ha perdido todo y sigue luchando».

Su mensaje final a la ciudadanía es claro: «El ejército existe por y para el pueblo. Somos una línea de apoyo cuando todo se hunde, y siempre estaremos preparados para acudir donde haga falta».

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