«Éramos funcionarios y, como Alejandro Magno, quemamos los barcos y lo dejamos todo. Ahora es como viajar sin salir de casa»
Eran funcionarios en Colombia pero lo dejaron todo. Ahora en Salamanca, a Isabel y su familia acoger estudiantes de español les ayuda a volver a empezar
En los últimos tres años, Isabel de los Ángeles y su familia han conocido Norteamérica, Inglaterra, Irlanda, Escocia, Alemania, Nueva Zelanda, República Checa, Eslovenia, Eslovaquia, Austria, Italia y Francia. Lo ha hecho desde la distancia y sin abandonar su hogar del barrio del Oeste. Poco después de llegar de Colombia, comenzó a acoger estudiantes de español en su vivienda. «Es recorrer el mundo desde casa», explica apuntando que el motivo principal que les llevó a convertirse en familia «anfitriona» del español fue económico. «Empezamos a hacerlo como un apoyo económico a las finanzas familiares. Nunca habíamos hecho algo así, pero fue una experiencia increíble y genial», comenta.
Isabel, como su marido, trabajaba de funcionaria en Colombia. «Un día, como Alejandro Magno, quemamos los barcos y nos aventuramos a este mar impresionante, a esta experiencia maravillosa que es Salamanca», narra. «Teníamos nuestro piso, nuestro coche, nuestros sueldos, la vida organizada... El motivo de dejar nuestro país, en nuestro caso, nunca fue económico. Fueron, sobre todo, los problemas de seguridad que existen allí», explica pensando en sus tres hijos, dos de los cuales ya se han independizado.
Desde Colombia llegaron directamente a la capital del Tormes. Y fue en una frutería donde vieron un anuncio de que se buscaban familias para acoger alumnos de español. «Acudimos a la oficina de Turismo y allí nos dieron toda la información y un listado de los colegios, sus números de teléfono y direcciones. Así fue como logramos entrar en contacto con ellos. Hicieron una visita a la casa, verificaron las condiciones en las que estaba. Y nosotros, como anfitriones, entregamos una serie documentación, como la que acredita que no tenemos antecedentes por delitos sexuales. Y a partir de ese momento, empezaron a programarnos la estancia de chicos. Siempre nos llaman antes y preguntan si tenemos disponibilidad» cuenta. Y ahora que dos de sus hijos han abandonado el nido, cada semana o cada mes le llegan «hijos» nuevos, ya que casi siembre acoge a jóvenes de entre 12 y 22 años, aunque, en ocasiones, también a alojado a adultos jubilados que vienen a Salamanca a aprender el idioma. «Ha sido algo increíble porque conoces las costumbres de cada sitio. Equivale a viajar a los sitios de donde viene cada uno de ellos. Se aprende mucho sobre sus costumbres culinarias, sobre el trato entre ellos... La mayoría son majísimos, la verdad», remata Isabel.
Tanto ella como su marido son músicos. Mientras que él pone música de piano a comidas y eventos, y ejerce también como compositor. Isabel da clases de guitarra en dos asociaciones de barrio y trabaja para sacar adelante su propia academia. Como apoyo económico, cuentan además con lo que perciben por abrir las puertas de su hogar y ofrecer un dormitorio y manutención a quienes vienen unos días a la capital del Tormes para mejorar su español.