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Embajadora del flamenco por los cinco continentes, la artista gaditana (San Fernando, 1971) celebra los 25 años de su compañía rindiendo homenaje con su espectáculo 'Vuela' al legado y las enseñanzas de Paco de Lucía, para ella siempre «el maestro». Un vibrante dialogo artístico de danza, cante y música con el genio de la guitarra, cuya huella sigue muy viva.
Ha actuado en Salamanca varias veces. ¿Qué recuerdos conserva?
—Buenísimos. El público salmantino lo llevo clavado en el corazón, porque es maravilloso. Cada vez que vamos, salimos de allí encantados. Siempre son noches preciosas. Así que supongo que esta lo será todavía más.
La figura de Paco de Lucía protagoniza su espectáculo 'Vuela'. ¿Qué late mas fuerte, el duende de Paco o su aportación propia?
—Yo creo que lo que late fuerte son los corazones tremendamente agradecidos, el mío y el de todo el equipo, a todo lo que el maestro nos ha dado. Por eso nos vamos a entregar al 100 por cien no solo por el público, al que debemos todos porque somos una compañía privada y vivimos de él, sino también por el maestro que tanto nos ha dado y nos sigue dando con su música, sus consejos y su ejemplo.
Al montar este espectáculo ¿cómo se hace para transformar esa admiración y ese recuerdo en taconeos y en silencios?
—Yo nunca pensé que sería capaz de bailarle al maestro. Le tengo tanto respeto... Lo primero fue formar el equipo de consideraba que podría ser el mejor para algo así, con una mezcla de valentía y de humildad y, al mismo tiempo, una libertad creativa para expresar lo que sentimos por él. Escribí un guión en cuatro actos donde contamos nuestra evolución en estos 25 años a través de la influencia del maestro. Hay momentos en los que bailamos coreografías con su música y otros en los que la creamos para él.
Este espectáculo es complejo proyecto artístico colectivo.
—El trabajo de Keko Baldomero como director musical, la iluminación de Oscar Gómez de los Reyes, que es una pasada, el vestuario de Luis F. Dos Santos, los siete músicos en directo, los siete bailarines en directo... La verdad es que el espectáculo tiene una energía bestial, que celebra todo lo que hemos aprendido todos estos años.
Son 15 piezas coreográficas en cuatro actos. ¿Qué cuentan?
—El primero, 'Madera', es el respeto a la tradición, a nuestras raíces. 'Mar' refleja el cariño por nuestra tierra, Cádiz, y el amor al mar, a navegar por la pasión. En 'Muerte' exploramos las emociones humanas, aceptando que nuestros seres queridos se nos van, pero no con tristeza sino con agradecimiento por haber tenido a esas persona y poder conectar con ellas. En mi caso, yo conecto con el maestro Paco de Lucía y también con mi padre, que se me fue hace poco. Entonces hay ahí una energía preciosa. Y finalmente en 'Volar' celebramos la suerte que tenemos que poder dedicarnos a algo que nos gusta tanto , poder compartirlo con el público y hacerlo desde el sentimiento, la música y el baile.
¿Qué tenía Paco de Lucía que dejó una huella tan honda?
—Todas las personas que tuvieron la suerte de conocerlo sabían de su grandeza. Se te clavaba en el alma y en el corazón. Y siempre enseñándote. Yo pienso que los consejos que nos dio adquieren más valor con el paso de los años. Y me pasa igual con su arte, su música y su cariño. Yo soy patrona de la Fundación Paco de Lucía y tengo la suerte de estar cerca de su familia. Es enorme la cantidad de gente que hoy le quiere y le admira. Y es impresionante cómo una música tan nuestra ha podido llegar tan lejos en todo el mundo, no solo a quien le gusta el flamenco sino a todo tipo de públicos. Son todos homenajes muy merecidos.
Cumple 25 años al frente de su propia compañía. ¿Cómo hace para seguir dando ejemplo de arte por el mundo sin perder aquella pasión del primer paso?
—Pues es una pregunta que yo mismo me hago, cómo puede ser que después de 5.000 funciones sigamos entregando nuestro 100 por ciento y sigamos aprendiendo. Yo respeto a todo el que se queda en lo que le funciona, pero no es nuestro caso. Siempre intentamos aportar un poquito mas, respetando al máximo a nuestro público. A veces me dicen 'Sara, ¿no estas cansada?'. Es cierto que hemos trabajado muchísimo, pero la ilusión continua. Yo me siento muy orgullosa de trabajar con mi equipo, no solo músicos, bailarines y técnicos, sino de mi oficina, el equipo de producción, de mi hermana y de todos los que están alrededor. Es un trabajo muy intenso pero me produce una satisfacción muy grande.
Gestionar una compañía de danza, en lo que supone de empresa, también le deparará momentos menos gratificantes. ¿Cómo lo lleva?
—Mi compañía es realmente mi segunda familia y tengo para eso mucha ayuda de todo el equipo. Es cierto que van surgiendo cosas y no todo es de color de rosa. Sí me gustaría decir que con todo esto te das cuenta de que con tu nombre puedes ayudar a gente que lo necesita, y eso me hizo ser madrina de la Fundación Mi Princesa Rett, que trabaja para dar visibilidad a una enfermedad rara que se da mayoritariamente en niñas. Poder aportar mi granito de arena a estas causas es año muy importante del crecimiento como persona y artista.
Usted que ha actuado en escenarios de todo el mundo, ¿qué publico le sorprendió más al emocionarse con el flamenco?
—Cuando estás lejos, en un país con otro idioma y costumbres muy distintas a las nuestras, y ves que el aplauso, el silencio y el 'ole' están en el mismo sitio, es algo que me sorprende muchísimo. Yo creo que el flamenco no entiende de pasaporte ni fronteras, va directo al corazón. Hace poco actuamos en Singapur, Hong Kong, Sidney... Por ejemplo, actuar en el Opera House de Sidney era uno de mis sueños, y ya he estado en tres ocasiones. Al llegar piensas: ¿cómo van a responder? Y sin embargo, es algo increíble. Y aquí doy las gracias a maestros como Paco de Lucía, Antonio Gades, Carmen Amaya, Camarón, Enrique Morente y esa generación de artistas que han hecho que esos públicos tengan ese respeto y entrega a nuestro flamenco tan emocionantes.
En estos 25 años usted ha sido testigo de excepción de ese boom mundial del flamenco.
—Si... Por ejemplo, nosotros inauguramos la Ópera de Dubái y la de Abu Dhabi, y no se imagina aquel llenazo y aquella emoción. Ahora después de Salamanca iremos a Londres, al Teatro Sadler's Wells, donde estaremos una semana.La última vez que estuvimos además me entregaron a mí el Premio Olivier de Danza y fue emocionantísimo. A Paris vamos cada dos años desde hace 20 y el público es alucinante. El año que viene volveremos a Nueva York y Miami, y es lo mismo. Como españoles nos sentimos superorgullosos de que respondan así a un arte tan nuestro como el flamenco.
Muchos premios en su trayectoria artística. ¿Hay algún reconocimiento que le haya tocado especialmente el corazón?
—No es por quedar bien, pero todos han significado mucho desde el primero y el más pequeñito. Te recuerdan que estás en el camino acertado y que el esfuerzo merece la pena para seguir adelante. Yo doy las gracias por todos. El último, de la asociación que reúne a todos los managers de la industria y fue muy emocionante. A lo mejor el Premio Nacional de danza en 2003 me marcó mucho. Pero también gané 'Nueva Gente', un programa de TVE cuando era una cría, y me hizo una ilusión tremenda.
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