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Lunes, 17 de julio 2023, 10:57
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La actividad política en los pueblos es cosa de familia. Sobre todo en localidades pequeñas donde la población va mermando y se hace cada vez más difícil encontrar personas dispuestas a afrontar, como poco, cuatro años al frente de un ayuntamiento o una concejalía. Supone muchas veces complicaciones personales y más si se tiene en cuenta que estos cargos, en la gran mayoría de los pueblos, sobre todo los más pequeños, suponen dedicarle tiempo sin contraprestación alguna.
Por estas razones, es más habitual ver cómo los partidos, los candidatos o los responsables de hacer las listas tiran de la gente de casa para poder completar candidaturas que rijan los destinos de un municipio.
«Cada vez hay más familias que se presentan en la misma candidatura debido a que pocos quieren responsabilizarse de estas tareas municipales. Hay poca gente en los pueblos y a los mayores les da respeto también la era digital», explica Eusebio García, alcalde de Salvatierra de Tormes, una localidad con tres concejales en la que uno de los otros ediles es su hijo y el tercero, su primo.
«A veces tienes que tirar por ahí, te da pena que venga alguien de fuera a gobernarnos y tengo esperanza de que alguien se anime y dentro de cuatro años a ver si es posible, pero está muy difícil. De alcalde no se quiere poner nadie y de concejal, tampoco, así que a veces tienes que tirar de la familia», señala Mari Carmen Díaz, nueva alcaldesa de Gallegos de Solmirón, que sustituye a su cuñado Leonardo Herrera en el cargo.
Los partidos asentados tienen problemas para completar listas, por eso cada vez es más habitual que en los pueblos donde hay listas cerradas de 7 personas ya no se incluyan ni suplentes y en pueblos con 5 o 3 concejales, no se llega a completar la candidatura salvo que se esté muy seguro de la victoria y se encuentre gente para ello, que no es fácil. Por eso, más complicado es aún hacer listas donde no se tiene implantación por lo que los encargados de hacer las listas colocan a allegados para poder presentar al menos una persona. Ha sucedido en casos como el de Vallejera de Riofrío, donde el candidato popular era Felipe Martín, padre del actual alcalde de Béjar, Luis Francisco Martín, o en San Miguel de Valero con la candidatura socialista, integrada por algunas personas vinculadas familiarmente al alcalde de San Martín del Castañar, Alfonso Calvo.
Se trata de unos pocos ejemplos que se repiten por toda la geografía provincial y se da en todos los partidos.
Eusebio García García tomó posesión como alcalde de Salvatierra de Tormes el pasado 17 de junio y lo hizo junto a su hizo Álvaro García de la Iglesia y de su primo Vicente Martín García. Sustituye en el cargo a Ángel Somoza, que optó por no repetir candidatura y sirve de ejemplo a lo que sucede en muchos pueblos de la provincia donde «cada vez hay más familias que se presentan», dice, porque no se encuentra gente que quiera o se atreva a ejercer un cargo público. La gente en los pueblos es cada vez más mayor y muchos no pueden estar ya al tanto de un Ayuntamiento y menos ahora, señala Eusebio, en plena era digital que le da mucho respeto con tanta plataforma electrónica, tanto certificado digital y poca empatía desde las administraciones hacia las personas mayores que viven en los pueblos y no están habituadas a trabajar de esta forma.
San Esteban de la Sierra y Santibáñez de la Sierra son dos municipios unidos por la historia, la cercanía y las relaciones familiares. No es raro que haya matrimonios entre vecinos de los dos pueblos, pero nunca se había dado el caso de que sean sus respectivos alcaldes los que protagonicen una de esas uniones. Y es que, por diferentes cuestiones que tuvieron lugar el pasado 17 de junio, Elena Nieto, concejala del PP, se convirtió en la alcaldesa de Santibáñez de la Sierra. La curiosidad reside en que se va a casar con el alcalde de la vecina localidad de San Esteban de la Sierra, Antonio Agustín Labrador, que ha sido reelegido también como diputado provincial. Muchas son las bromas y chascarrillos que surgen sobre los destinos de ambos municipios, que están más unidos que nunca gracias a sus respectivos regidores.
No queda la cosa ahí, ya que desde la pasada legislatura, Javier Labrador, hermano de Antonio, forma parte también de la Corporación municipal de San Esteban como concejal del Partido Popular. Igualmente, Adela González, una cuñada de ambos, tomó posesión como edil de la vecina localidad de Cristóbal.
Gallegos de Solmirón es otro pueblo donde la cuestión municipal es cosa de familia, pero no de esta legislatura. Y es que ya en 2011, Maribel Díaz dejaba el bastón de mando en manos de su hermano Alberto, que fue alcalde hasta 2015. En aquel momento, llegaba Leonardo Herrera como regidor y su consuegro José Luis Berrocal como teniente de alcalde. Hubo nuevos cambios en 2019 y Mari Carmen Díaz, que ahora es alcaldesa, ocupó el puesto de teniente de alcalde de Leonardo Herrera. Son cuñados y ahora han invertido los cargos y ella es la alcaldesa, mientras que Leonardo queda de número dos. Además, también forma parte de la Corporación Sergio Esteban, yerno de Mari Carmen. «A veces tienes que tirar por ahí y te da pena», señala la alcaldesa, que pone de manifiesto otro problema que sufren los pueblos: el miedo a que venga alguien de fuera a gobernar un pueblo que no conoce.
Pedro Luis Hernández recibió el bastón de mando como alcalde de La Cabeza de Béjar de manos de su padre José Antonio. El relevo en este pueblo es el claro ejemplo de lo que pasa a lo largo y ancho de la provincia: «Mi padre ha sido alcalde durante doce años y se ha metido ya en 84 años. Los dos que estaban con él seguían, pero no encontraban a nadie y me decían que les hacía falta otro, aunque luego salieron dos más de Vox. Yo empaté en votos con otro pero en el sorteo en la junta electoral salí elegido yo concejal. Después, hablando con los compañeros de corporación dijeron que tenía que ser yo el alcalde porque estoy en Salamanca y puede ir a Diputación», explica Pedro Luis, que recuerda sus veranos en el pueblo o los de su hijo, que con veinte años vive con intensidad el pueblo. «Para mí, el pueblo es lo más grande», concluye.
El pasado 9 de mayo de 2021 fallecía un histórico de la política municipal salmantina: Eloy García, alcalde de Montejo desde 1987, con 80 años.
Fue diputado durante 24 años y delegado de la Finca de Castro Enríquez y la Escuela de Tauromaquia a lo largo de su dilatada carrera política, que consiguió para Montejo importantes proyectos como la residencia de mayores, el colegio nuevo o viviendas de protección oficial, además de instalaciones deportivas. Fue sustituido por uno de sus concejales más veteranos, Isidro Herráez, que ha optado ahora por no repetir en el cargo.
Por eso, desde el pasado 17 de junio, el Ayuntamiento de Montejo vuelve a estar regido por otra persona, Eloy García, hijo del regidor fallecido hace ya dos años .
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