«Estudio Arquitectura y estoy impresionada con los edificios del centro de la ciudad»

Salamanca no se apaga en verano. Todo lo contrario. Con la llegada del calor, sus calles, plazas y aulas vuelven a llenarse de risas, acentos diferentes y mochilas al hombro. Esta semana, casi 2.200 estudiantes procedentes de 82 países han llegado a la capital del Tormes para participar en los Cursos Internacionales de la Universidad de Salamanca, una experiencia académica y cultural que, cada año, transforma la ciudad en un crisol de nacionalidades, idiomas y expectativas.

Ir a clase y perfeccionar el español es uno de los principales objetivos de estos alumnos, pero no el único. Para muchos, esta estancia representa una oportunidad única para sumergirse en la historia, el arte y la gastronomía de Salamanca, una ciudad que conquista por su belleza y cercanía. Es el caso de Alina, estudiante brasileña de Arquitectura, que no puede ocultar su entusiasmo. «Estudio Arquitectura. Estoy impresionada con los edificios del centro de la ciudad», confiesa, observando con admiración la piedra dorada de Villamayor que cubre las fachadas históricas de muchos edificios como el de la Universidad.

Junto a ella, Mariona, también de Brasil, destaca su conexión personal con el país: «Tengo descendencia española y me gusta viajar, así que es el lugar perfecto para mí». Ambas jóvenes forman parte del programa 'Top España', una iniciativa que selecciona a 80 estudiantes de alto rendimiento para vivir esta experiencia durante el mes de julio. Y, como ellas, otros muchos se lanzan cada día a descubrir Salamanca a través de sus formas, sus sabores y su historia.

A las puertas del edificio de Cursos Internacionales, Miguel y Annalisa, llegados desde Estados Unidos e Italia respectivamente, también dan a conocer su impresión: «Es mi segunda vez en España y la primera vez que tomo clases con profesores españoles». «Salamanca tiene una universidad muy popular y era una de mis primeras opciones», reiteran. Durante las próximas cuatro semanas, Salamanca se convertirá en su aula, su casa y su punto de encuentro con el mundo. Y es que, como cada verano, la ciudad parece aún más viva cuando suena en sus calles el eco de decenas de lenguas distintas, todas unidas por un mismo objetivo: aprender, compartir y descubrir.