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Marino Hernández
Viernes, 8 de noviembre 2024, 06:15
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Con más de tres décadas como voluntario de la ONG a sus espaldas, el jefe del primer equipo de Cruz Roja Salamanca partía el pasado sábado junto a sus compañeros a la zona cero de la tragedia: «Me siento un afortunado por haber sido elegido por Cruz Roja para ir. Nos informaron de lo que nos podíamos encontrar y no lo dudé en ningún momento» señalaba ayer a este diario. El viaje a tierras levantinas estaba cargado de incertidumbres: «Nos habían dicho ya todo lo que nos podríamos encontrar, pero la incertidumbre en el coche era lógica». A la mañana siguiente de ubicarse en Valencia llegaron tres jornadas seguidas de mucho trabajo: «El escenario es como si fuera una guerra a tres metros de altura. Unos coches encima de otros, barro, gente andando por la calle intentando ayudar y ayudarse... Es duro ver todo eso cuando no hay una costumbre», explicaba el voluntario.
Las jornadas eran largas. Arrancaban a las 6 de la mañana y se prolongaban hasta las 9 de la noche. Todo el tiempo el equipo focalizado en ayudar limpiando las calles, llevando comida a personas sin acceso a ella y escuchando a los afectados: «Intentamos hablar mucho con la gente para saber quién necesita ayuda en tal o cual calle, quién no puede salir de casa o quién precisa una pequeña cura», relata el jefe del equipo. Entre tantas horas de trabajo, muchos recuerdos que pervivirán siempre en su memoria: «De las cosas más duras una ha sido escuchar a un señor contarnos cómo moría ahogado su vecino, eso es tremendo».
A pesar de haber ayudado en otras catástrofes como la de Lorca, este voluntario señalaba que a su equipo le había sorprendido que en las calles apenas hubiera menores: «en los cinco días que hemos estado apenas nos hemos cruzado con un solo niño por las calles. Había muchos jóvenes, pero nada de niños». De la misma manera recalcaba que tampoco había animales: «Solo hemos visto a un gato por las calles y a un perro en los brazos de su dueño. Se habrán escapado o permanecerán en los domicilios, pero es algo que llama la atención», indicaba.
Tras 72 horas sin descanso, el miércoles el equipo ponía de nuevo rumbo a Salamanca. El viaje de vuelta mucho más reflexivo que el de ida y con la mente puesta ya en sus familias, que son las que tienen que ayudarles a volver a la normalidad. Ellas, y el equipo de psicólogos de Cruz Roja que les ha recomendado descanso y olvidarse de seguir la catástrofe en los medios de comunicación, porque otro equipo de Cruz Roja ya les sustituye en la zona cero.
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