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El periodista y fotógrafo Luis de Vega, en una imagen de una cobertura para su medio, el diario El País, en Irpin.
“Es alucinante cómo la gente huye de sus casas y aguantan colas y atascos con dignidad”

“Es alucinante cómo la gente huye de sus casas y aguantan colas y atascos con dignidad”

Luis de Vega se formó como periodista en la Pontificia, donde fue también profesor. Hoy cubre la invasión de Ucrania para El País

Martes, 15 de marzo 2022, 17:11

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Durante dos décadas ha trabajado como periodista y como fotógrafo en una treintena de países de cuatro continentes, en la cobertura de guerras, conflictos, hambrunas y terremotos. Luis de Vega (Huelva, 1971) mantiene un estrecho vínculo con Salamanca, la ciudad donde estudió Ciencias de la Información (1989-1994) en la Universidad Pontificia y donde regresó como profesor de Fotoperiodismo durante tres cursos. Ha sido reportero gráfico en Efe en África y Oriente Medio, corresponsal en el norte de África del diario ABC durante ocho años, y actualmente redactor de El País. Hace casi dos semanas que se instaló en Kiev, en Ucrania, para relatar la barbarie que está padeciendo el pueblo ucraniano.

–¿Cómo es lo que se está viviendo en Ucrania, desde dentro?

–Es lo que nos temíamos: que puede ser una gran catástrofe humanitaria, y de hecho ya lo está siendo. Más allá de la incertidumbre que tenemos de que esto acabe en un gran conflicto de características más internacionales que las actuales, en el campo geoestratégico la situación es muy mala estando de por medio Putin. Desde dentro estamos viendo una enorme catástrofe humanitaria que empeora por momentos y un acoso a civiles por lugares considerados corredores humanitarios.

–¿Cuesta ver a diario un drama humanitario de esta magnitud?

–Es muy duro cubrir esto. Pensamos que en los conflictos impresionan: las tropas, las bombas... pero lo que impresiona, como sucede aquí, es que hay millones de personas a las que, de un día para otro, la vida les ha dado un vuelco. Se han levantado con el ejército del país vecino atacando distintas ciudades y su vida se ha congelado. Se ha acabado ir al trabajo, la mayoría de los adultos tienen que defender el país y las mujeres, niños y ancianos están siendo desplazados.

–¿Hay más desplazados de lo que señalan las ONG?

–Acnur habla de en torno a un millón y medio de refugiados que han salido, pero no es una cifra concreta. Hay cientos de miles de desplazados internos, que están saliendo de las zonas donde los combates son más fuertes a lugares más calmados.

“Nos iremos cuando la situación sea insostenible, pero hay que analizar las opciones porque la gasolina ya escasea”

–¿Cómo se protege un periodista en una zona de conflicto?

–Aquí seguro no está nadie. Tener seguridad es complicado y es más difícil moverte. Hay muchos nervios en la calle y mucha gente civil armada que, sistemáticamente, sospechan de mucha gente, como de nosotros, de ser colaboracionistas y espías del régimen del Kremlin. Hay que tener muchas cautelas, aclararlo y circular con el coche es difícil. Hay muchos ‘checkpoint’ y gente sin experiencia que levantan el ‘kalasnikov’ con una facilidad tremenda.

–¿Hasta qué momento se puede aguantar trabajando en Ucrania?

–Vamos a irnos cuando la situación sea insostenible. Si podemos salir, hay que analizar las opciones de salida. La gasolina está escaseando y hay que preparar ciertos planes de seguridad en caso de que se complique la situación, que puede ser en cualquier momento. Pero los que están sufriendo más son los civiles, que no saben qué ha ocurrido con sus familias, si van a volver a sus casas y retomar sus vidas.

–¿Ha sentido miedo en algún momento?

–Sí se siente miedo, cuando hay disparos, cuando hay posibilidad de un bombardeo... Va con nuestra profesión. Pero cubrir una guerra no significa estar en la línea del frente; hay muchas más historias que cubrir. Las retaguardias son tremendamente interesantes, y luego las posguerras y reconstrucciones. Las consecuencias humanitarias que vivirá Ucrania nadie las conoce.

–Ha sido corresponsal en otras guerras, ¿qué ha visto diferente en esta invasión?

–Me llamado la atención el éxodo de Irpin, una localidad a las afueras de Kiev. Había caravanas de miles de personas y cientos en coches. Sorprendía que en mitad de las bombas y las columnas de humo, nadie pitara, nadie acelerara, nadie gritara. Mientras en nuestras ciudades vivimos una bronca en un semáforo con facilidad. En una situación desesperada, es alucinante ver cómo la gente que huye de su casa espera su turno con dignidad y sangre fría en el ‘checkpoint’. Ver cómo dejan atrás sus vidas sin saber cuando volverán y aguantar esos atascos. Eso es diferente comparado con la guerra de Libia en la que las carreteras eran un auténtico carajal de tráfico, donde no había orden y cada uno escapaba por dónde podía.

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