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Pablo Román Burillo, en su empresa de venta de leña de Navarra.

El testimonio de un indultado salmantino: “Me lo dieron sin pedirlo. No había nada que perdonar”

Pablo Román, condenado en 1995 a 16 meses por insumiso, nunca llegó a entrar en prisión

Domingo, 6 de junio 2021, 21:00

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Orgulloso, el salmantino Pablo Román Burillo, de 54 años, al recibir la llamada de este periódico se muestra encantado de poder contar tanto su condena a dos años, cuatro meses y un día de prisión como el posterior indulto. Hoy es un autónomo que regenta una negocio de venta de leña en Navarra, pero hace ya casi tres décadas fue uno de los activistas que se negaron a cumplir con el servicio militar obligatorio y uno de los medio centenar de indultados en Salamanca en los últimos 25 años. Su rechazo a hacer la mili, una vez que había apurado todas las prórrogas posibles, le llevaron a que el 26 de enero de 1995 la Audiencia Provincial le condenase a una pena de cárcel.

“Me llamaron al juzgado. Ya no juzgaban por lo militar, sino por lo civil. En primera instancia me absolvieron; el juez era bastante progresista. El fiscal recurrió la sentencia y la Audiencia me condenó. Pero el servicio militar ya estaba muy cuestionado y desprestigiado”, explica Pablo, casado y padre un hijo de 10 años, a quien algo le ha contado ya de cómo se opuso a ir a la mili. La sentencia quedó en suspenso y él nunca llegó a entrar en la cárcel porque en ese momento iba a llegar al Gobierno José María Aznar, quien ya había prometido acabar con este servicio obligatorio. Y así fue. El 20 de marzo de 1998 el Consejo de Ministro aprobó el indulto de este salmantino. “Me lo concedieron sin necesidad de solicitarlo. Yo y otros tanto insumisos no pedimos el indulto porque considerábamos que no habíamos hecho nada y, por tanto, no había nada que tuvieran que perdonarnos”, explica. “Eso sí, si el Gobierno quería indultarnos, lógicamente no nos íbamos a negar a aceptarlo”, añade.

“Si el Gobierno quería indultarnos, lógicamente no nos íbamos a negar a aceptarlo”, asegura el salmantino

Pablo Román cuenta su historia “con la cabeza bien alta” y satisfecho con los logros que consiguieron a principios de este siglo una generación de jóvenes insumisos como él. “Me parece que seguimos una estrategia muy inteligente y así conseguimos lo que queríamos”, insiste. En ningún momento, ha sentido el rechazo social o se ha topado con problemas en el ámbito laboral por las decisiones que tomó en su juventud y que le llevaron a sentarse frente a un tribunal, según explica. “Siempre me he sentido arropado y bien visto. Y, en ningún caso tuve la sensación de estar marginado”, recalca dejando claro que él nunca hizo “nada violento” ni siente que cometiese ningún delito.

Aunque no ha ocupado cargos públicos ni políticos, sigue con interés la actualidad y tiene una opinión muy clara sobre la polémica que ahora copa titulares en torno al indulto de los condenados por el “procés”. Considera que, para resolver el problema, “es una condición casi insalvable” que el Gobierno de Pedro Sánchez le otorgue este derecho de gracia a los políticos independentistas que ahora se encuentran en la cárcel. “Es lo mínimo que puede hacer el Gobierno si quiere abordar el problema de una forma más tranquila. Es imprescindible que haya un indulto”, asegura mientras mantiene que al PP le interesa que el conflicto se mantenga vivo. Pero esa es su opinión, la de un simple ciudadano, deja claro.

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