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Todo empezó con una apuesta. A María Teresa Periañez nunca se le había pasado por la cabeza explotar su faceta de agricultora. De hecho, hasta hace bien poco pensaba que era inexistente.
Fue en una reunión con sus amigas cuando, leyendo el periódico, se enteraron del concurso que el Ayuntamiento había organizado para elegir la mejor cesta de productos de los huertos urbanos. Y, a raíz de ahí, esta profesora de piano comenzó a hacer del cuidado de su plantación de 45 metros toda una rutina. Entre berenjenas, calabazas, melones, moras, pimientos y tomates de todo tipo, María Teresa Periañez consiguió crear una cesta que, al igual que las del resto de finalistas, ayer llamó la atención de todas las personas que acudieron a la inauguración de la lonja de los huertos urbanos, ubicada en Salas Bajas, donde pudieron ser testigos de talleres, ‘showcooking’ y cuentacuentos.
“Me siento como si me fuera a examinar”, confesó María Teresa Periañez, riéndose, además, al recordar que, desde que empezó a cultivar, la gente de su círculo más cercano no para de proponerle trueques para conseguir algunos de sus productos. De hecho, tal ha sido la fama que ha adquirido que muchas de sus amigas se están planteando concurrir al concurso en el caso de que se celebre otra edición: “Resulta que empecé por una apuesta con mis amigas y ahora muchas de ellas quieren tener un huerto como el que tengo yo”.
Para esta pianista, así como para otros participantes como Inés Santos, la más joven de todo el certamen con 24 años, el principal contratiempo ha sido el calor, que ha afectado negativamente al crecimiento de los tomates. “Este año, han salido súper pocos tomates. Las plantas se secaban y no maduraban. Muchos de ellos lucen ahora azules por esa razón”, aseguró esta joven que, junto a su cesta, demostró ser una de las personas más entusiastas y con más vocación de las presentes. “Cuando el concurso salió, me hizo mucha ilusión”, confesó añadiendo, además, que su huerto es particular por la variedad de productos que se pueden recolectar de él. “Siempre me ha gustado cultivar y, cuando lo hago, apuesto por cosas distintas y raras como la luffa o los pimientos cherry, que suelen cocinarse rellenos de queso y al horno. Cuando pruebo algo y me gusta, guardo las semillas y las planto después”, aseguró Inés Santos, que estuvo mostrando continuamente a todo aquel que se acercaba una de las curiosidades de su huerto: la luffa, un tipo de calabaza que se convierte en esponja natural cuando se seca una vez recolectada y se pela.
El caso de Mª Luz Vaquero también es particular, ya que ha pasado de dedicar su vida profesional a su labor en el hospital a compaginarla con la agricultura. Con la novedad de la plantación de la estevia, presentó su cesta con productos como las frambuesas, el jengibre, el colinabo, las calabazas o las cebollas de las Arribes del Duero, además de con algunos productos autóctonos, demostrando que la plantación y la posterior recogida de estos productos le llenan más de lo se esperaba. Tanto es así que ya está inmersa en las plantaciones que hará en invierno, para las que ha llenado los semilleros de coles, escarolas, espinacas y lechugas. Solo espera que las próximas tormentas no le arruinen su crecimiento, tal y como recientemente le pasó con los tomates después de que pasara por Salamanca la borrasca Danielle con fuertes lluvias y dejara algunos desperfectos.
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