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Interior del Mercado Central. FILMOTECA CYL
El mercado que tardó una década en levantarse

El mercado que tardó una década en levantarse

Las quejas vecinales y la falta de presupuesto retrasaron las obras

Viernes, 20 de noviembre 2020, 18:56

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Salamanca necesitaba un nuevo mercado para la ciudad cuando se encarga al arquitecto Joaquín de Vargas Aguirre el proyecto del actual Mercado Central. Un mercado de abastos que fue el sucesor de los puestos de la plaza de la Verdura, del Mercado de San Martín en los terrenos actuales de la Plaza Mayor y, más atrás, en los siglos XII y XIII, del mercado del Azogue Viejo junto a la Catedral.

La obra del Mercado Central salió a subasta y la ganó el constructor Santiago Flores que hizo la puja más baja: 381.599 pesetas, cuenta David Senabre en el Callejero Histórico. Acababan de iniciarse las obras y a excavarse el sótano cuando tuvieron que ser interrumpidas. Los dueños del viejo palacio de los Flores y de la casa de los portales del Pan protestaron porque entre sus propiedades y la nueva plaza iba a quedar un estrecho callejón. Se movió entonces el solar unos metros hacia la Lonja y protestaron con el mismo argumento vecinos de ese lado. Fue entonces cuando el Consistorio optó por expropiar y demoler los portales del Pan con las casas anejas para proseguir con la construcción del Mercado. Por el sur también se hicieron desaparecer las covachuelas que quedaban junto a Obispo Jarrín. En un inicio en estas covachuelas se almacenaban las mercancías pero cuando quedaron en desuso se convirtieron en baños públicos usadas por vendedores y compradores, por lo que desprendían un insportable olor.

Para los cimientos y mampostería del Mercado Central se utilizó granito del antiguo monasterio de los Jerónimos, hoy Fábrica de Mirat, y para la sillería exterior, el granito fino provenía de Villavieja de Yeltes. Fue una década de obras, parada en un equivalente a siete años por la falta de dinero. El Mercado Central, donde se mejoraba la higiene y la calidad de venta de los alimentos, se estrenó en abril de 1909 y sufrió una remodelación en 1984 y otras más recientes en 2011 y 2019.

Y aunque la compra se ha descentralizado a la periferia por las grandes superficies, el Mercado Central de Abastos sigue siendo el corazón comercial de Salamanca, donde los clientes de siempre, los turistas y los chefs de los mejores restaurantes de la ciudad hacen su compra de pesca recién llegada de Galicia y el Cantábrico, cerdo y ternera criados en las dehesas, embutidos de la tierra... Productos que a mediados del siglo pasado llegaban en carros de caballos.

Las zonas aledañas al Mercado siempre han sido concurridas y bulliciosas. Allí se daban cita los charlatantes ambulantes, aquellos que daban soluciones y remedios a dolores variados, alopecias, catarros y escozores. Bajo los soportales de San Antonio se podían ver puestos de café recién hecho o las populares turroneras de La Alberca por Navidad con una receta transmitida de generación en generación que sigue triunfando.

Una vez desaparecieron las fétidas covachuelas, se siguió llamando con este término a las tiendas ubicadas bajo los soportales de San Antonio. Las casas situadas sobre los arcos de estos soportales se denominaban “tercerillas” ya que alojaban las trastiendas de los comericantes que tenían su entrada por la Plaza Mayor.

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