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Empleados de la contrata municipal de limpiezas recogen la hoja caída en la avenida Fernando III El Santo. FOTOS: ALMEIDA

El maná que deja el otoño

Los equipos muncipales de limpieza recogen estos días entre 7.000 y 9.000 kilos de hojas secas a la semana | Los residuos vegetales de esta época del año se convertirán en el CTRU de Gomecello en biometano y compost para mejorar los cultivos

Jueves, 15 de diciembre 2022, 17:45

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Del verde al amarillo y del amarillo al ocre. La paleta de colores con que visten en otoño las calles de Salamanca ofrece un atractivo espectáculo cromático a los ojos del paseante y dan también bastante trabajo añadido a los servicios municipales de limpieza. Desde mediados de septiembre, la plantilla de la contrata municipal de Salamanca y la de muchos de los principales municipios de la provincia redobla sus esfuerzos para mantener las calles recogidas y que los residuos vegetales no estorben demasiado. Es el ciclo anual de las estaciones; alguno pensará que no es más que la historia de siempre, pero esta labor aparentemente rutinaria esconde hoy día un interesante proceso de reciclaje no muy conocido que conecta con los objetivos de sostenibilidad transversales a la acción de empresas e instituciones públicas y privadas.

Cada año, el Centro de Tratamiento de Residuos Urbanos situado en Gomecello produce cerca de 14.000 toneladas de compost producido a partir de los residuos vegetales que generan, en su mayor parte, la recogida de las hojas del arbolado y los restos de la poda. Los restos orgánicos son reciclados de esta manera para reutilizarse al servicio de los cultivos agrícolas locales de las cercanías. Las hojas muertas vuelven a generar vida y el ciclo se completa.

Los barrios donde se recogen más hojas son El Zurguén, Garrido Norte, Puente Ladrillo y Barrio Blanco

A mediados de diciembre, en las postrimerías del otoño, el arbolado de follaje caduco que oxigena y da sombra en los espacios públicos de la ciudad ya está soltando sus últimas hojas. Las especiales condiciones climáticas de este año, con un verano que se alargó en exceso retrasando la llegada de las lluvias y las bajas temperaturas, mantiene aún bastante hoja verde en las ramas, pero difícilmente llegarán a Navidad.

El 15 de octubre marca el inicio del operativo especial que cada año se pone en marcha para recoger las hojas caídas. Los equipos de limpieza de FCC, la contrata municipal del servicio, se despliegan por toda la ciudad con nueve barredoras de aceras y tres barredoras de calzadas, de las que dos están acompañados de operarios con sopladoras. Los equipos recorren periódicamente las zonas más arboladas de la ciudad protagonizando semanalmente una escena propia del mito de Sísifo: los operarios se afanan en retirar las hojas de las calles sabiendo que mañana volverán a estar alfombradas de ocre. Es su sino.

Trituración

“Calculamos que se recoge entre 7.000 y 9.000 kilos de hojas y otros restos vegetales a la semana por término medio”, –afirma Tomás del Río, capataz general en FCC Servicios Ciudadanos. En los meses de noviembre y diciembre, cuando la caída se acrecienta, el operativo se refuerza con la aportación de otra barredora de calzadas junto a dos operarios con sopladoras que completan 50 jornadas más en turno de mañana o tarde.

La labor de limpieza y recogida se enfoca a aceras, calzadas y espacios públicos pavimentados. Las zonas verdes se tocan menos. Los operarios del servicio municipal de Parques y Jardines se limitan a triturar las hojas caídas en las zonas verdes, que cumplen la misión de proporcionar materia orgánica al suelo aportando carbono. Esta es la primera importante función que cumplen las hojas secas caídas en los parques: su descomposición favorece la formación de humus mejorando la fertilidad del terreno. Y es que las hojas caídas contienen hasta un 80 por ciento de los nutrientes que un árbol absorbe durante la temporada de crecimiento.

El pasado año se fabricaron en el CTRU de Gomecello 14.000 tm de compost con residuos vegetales

Al mismo tiempo, dos equipos de siega llevan acabo el triturado de esa hoja para acelerar su proceso de descomposición. Esa hoja triturada será distribuida en una fase posterior por aquellas zonas verdes que requieran de ese tipo de “alimentación” suplementaria.

Las hojas secas en el suelo actúan también como retenedores naturales de humedad y fijadores del suelo, ayudando a controlar la degradación del terreno. Asimismo, contribuyen a crear refugios naturales para la microfauna y potencia la biodiversidad en la ciudad. Esta segunda vida de las hojas secas favorece una Salamanca más saludable y sostenible para todos los vecinos en sus barrios.

Parafraseando el viejo dicho popular, la recogida de la hoja ya no es lo que era, y esto es así por varias razones. La expansión de la masa forestal de la ciudad por el crecimiento urbano y una gestión más ‘verde’ incrementa cada año el volumen de hoja que se recoge. Y a esto hay que sumar otro factor no menos importante: las técnicas de poda más conservacionistas y menos agresivas pretenden favorecer la función de sombra que cumplen los árboles plantados en calles y avenidas.

“Hay muchas más hoja que antes. Así nos los dicen los barrenderos “, señala Tomás del Río, quien señala el protagonismo del platanero, o plátano de sombra, en las zonas urbanas arboladas. “Tiene una hoja muy grande y sale muchísima... Y hay tramos, como el final de Filiberto Villalobos, junto al colegio de los Trinitarios, donde los árboles alcanzan alturas de un cuarto piso”.

Los profesionales de la recogida tienen bien identificadas las zonas que dan más trabajo en esta época. El mayor volumen de hoja se recoge en el barrio del Zurguén, la zona alta del barrio Blanco –inmediaciones del depósito de Pizarrales–, las calles Borneo y Nueva Guinea en Puente Ladrillo y los límites de Garrido Norte: avenidas de los Cipreses, Vicente del Bosque y los Cedros. “En todas estas áreas, las hojas nos dan mucha guerra”, dice el responsable de FCC. En el lado opuesto, la zona Centro, a excepción de la Gran Vía, y el barrio del Oeste, donde apenas hay arbolado.

Asprodes gestiona desde 2008 una planta de compost en El Arca con fines didácticos y ocupacionales

Las hojas recogidas por las barredoras son depositadas en varios contenedores desplegados por la ciudad, con una capacidad de 30 metros cúbicos. Estos depósitos están ubicados en zonas periféricas de poco tráfico, como la carretera de Carbajosa, Huerta Otea, calle de la Docencia –trasera de las piscinas de Garrido– o avenida de la Aldehuela. En ocasiones el volumen de hoja en la calle es tal que los vehículos se ven obligados a descargar hasta dos y tres veces al día, los más grandes, y hasta ocho veces los más pequeños. Pese a que estos contenedores están perfectamente identificados, no falta el listo que aprovecha para hacer de su capa un sayo: “a veces nos aparcan por allí y hay quien arroja muebles y de todo”, denuncia Tomás del Río. Por otro lado, los operarios que realizan los 83 recorridos de recogida manual por toda la ciudad también depositan los residuos vegetales que recogen en contenedores de 3.200 litros. Unos y otros contenedores son trasladados periódicamente al Centro de Tratamiento de Residuos Sólidos que gestiona el consorcio GIRSA de la Diputación en Gomecello.

Compost y biometano

Las hojas caídas protagonizarán en el CTRU la última fase del proceso. A su llegada, las hojas retiradas de las calles son cribadas para eliminar en un proceso automático de separación los residuos no orgánicos. Tras ser trituradas se someten a un nuevo proceso de cribado que eliminará objetos de mayor densidad, como piedras, y posteriormente se mezclarán con la materia orgánica separada que ya ha sido tratada en el centro. Esta mezcla ayudará a dar estructura al material.

Los residuos orgánicos tratados en el centro de Gomecello se destinan a dos objetivos fundamentales: la fabricación de compost y la de biometano. La generación de este gas renovable aporta una finalidad muy valiosa al CTRU, que cubre con él sus necesidades de abastecimiento de energía. “Todos los residuos que se pueden biometanizar se destinan a ello”, señala Javier Manzano, gerente del Consorcio para la Gestión Integral de los Residuos de Salamanca (GIRSA). La materia organica que se destinará a la generación de este valioso gas, cerca de 15.000 toneladas al año, supone más de un tercio del total que se trata en el centro. La capacidad de producción se encuentra casi al límite de lo que permiten las instalaciones.

El resto de los residuos orgánicos tratados, de los que buena parte fueron un día hojas caidas en otoño, se convertirán en compost que ayuda a estabiliar los nutrientes del campos de cultivo y son muy demandados por los agricultores de la Armuña. Este proceso de fabricación de compost es objeto de una actividad ocupacional y también didáctica en los viveros de El Arca que la asociación Asprodes gestiona entre el barrio de Tejares y el río Tormes.

Según los datos aportados por GIRSA, el pasado año se generaron 14.000 toneladas de compost final a partir de los residuos orgánicos trasladados al centro de Gomecello. Este material bioestabilizado, que es su nombre ‘legal’, se destina de forma prioritaria a mejorar la productividad de los cultivos cercanos. No se contempla su transporte a largas distancias, lo que encarecería el producto.

La conversión de hojas en gas renovable y compost pone fin a este ciclo que se reactiva cada otoño. Con el temporal de los últimos días, el personal que se afana en las labores de recogida echa el resto para dejar limpia cada calle, aun a sabiendas de que la semana que viene tendrán que volver a limpiar los mismos tramos por los que ya pasaron. Pero para el año nuevo la tortura de Sísifo terminará, porque como dice el refrán, “en enero, la hoja en el vertedero”.

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