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Amador Herrero regenta un quiosco en la avenida de los Comuneros. Se encuentra al frente de este negocio desde hace 18 años. El salmantino había trabajado anteriormente en una fábrica de palets, pero después tuvo una experiencia en una tienda de frutos secos y, a los 40 años, decidió coger el traspaso del quiosco actual. En sus inicios ya conocía un poco el sector, gracias a su cuñado, hoy en día jubilado. A su vez, Herrero ha enseñado el oficio a su sobrino José María Herrero, actual dueño de otro quiosco en la calle María Auxiliadora.
«Cuando me animé, me parecía un buen momento para emprender, coger tu negocio y comenzar por tu cuenta. La experiencia en mi caso ha sido muy buena», explica a este medio. El responsable sopesó este proyecto también porque su hermano es distribuidor de productos de quioscos. Herrero cuenta con muchos clientes fieles que acuden a su negocio cada día, principalmente a por la barra del pan y la prensa, y otros nuevos que ha conseguido. Sin embargo, el perfil de cliente en esta zona de la ciudad es de mediana y avanzada edad. «Hay menos gente y muchos menos niños. Además, con los móviles, las tabletas y las maquinitas no salen de casa por las tardes. Antes iban al parque o a recoger a los amigos y pasaban por aquí, ahora mucho menos», afirma.
El salmantino trabaja solo. Hasta la pandemia tuvo un empleado, pero ahora la situación en el negocio ha cambiado. Para el quiosquero, lo más gratificante de su rutina es el trato con el cliente, ya que asegura que «la clientela es muy buena y agradable». Herrero reconoce también que lo más duro es el horario, ya que «son todos los días de lunes a domingo sin pausa». El quiosco abre desde las 8:30 a las 14:30 horas, y por las tardes de 17:00 a 20:30 horas. El único día que descansa por la tarde es el sábado.
«Mis hijos me echan una mano, que ya son mayorcitos», asegura el salmantino. No obstante, no cree que el negocio cuente con una nueva generación al frente. «Cuando comencé en el negocio uno de ellos tenía ocho meses, ahora tiene veinte años. Sin embargo, me gustaría otro tipo de vida para ellos. Esto al final es muy esclavo y quiero que tengan vida, descanso y mejores condiciones. Ellos tienen que estudiar y prepararse», explica.
El quiosco ha incorporado también recientemente paquetería, un servicio que da «un plus» al negocio. Además, esta opción incita a la gente joven a entrar en este tipo de establecimientos. «A la gente joven le cuesta comprar en negocios de barrio, van a los supermercados de turno. Sin embargo, la paquetería sirve para que al menos entren y siempre pican con algo», asegura.
Herrero cree que las claves del éxito en este tipo de negocios son «el buen trato al cliente» y unos buenos precios. «Al principio siempre cuesta un poquito más, pero te haces pronto al ambiente si tus clientes te lo ponen fácil», sentencia.
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