La degradación avanza en la Fábrica de la Luz después de su rescate frustrado
La vegetación invade la construcción y la cubierta presenta un grave deterioro
En «situación de alto riesgo» se encontraba ya en agosto de 2020 la antigua Fábrica de la Luz. El deteriorado edificio que resiste en la margen izquierda del Tormes a la altura de Tejares se encontraba ya «en un claro estado de abandono, con derrumbe de forjados interiores, parte de la cubierta, de elementos de fachada y decorativos», similar al que sufrían «los elementos accesorios, como compuertas, filtros, etcétera». Es la evaluación del estado de la construcción que hacían los técnicos del Ayuntamiento de Salamanca en un informe que remitieron a la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD). En los cinco años que han pasado desde entonces, el inmueble no ha mejorado su situación, sino que la degradación de este antiguo inmueble avanza después de que las tensiones entre el Consistorio y la Confederación Hidrográfica del Duero mandasen al traste el proyecto para rescatar esta construcción y convertirla en un centro de interpretación del río.
Es en la fachada lateral del edificio bajo la cual pasa el agua del Tormes en la que más se percibe el abandono en el que se encuentra. Las malas hierbas han invadido todos los recovecos de la construcción. Con las altas temperaturas del verano la vegetación se encuentran totalmente seca, lo que puede desembocar en un incendio. Por su parte, la cubierta evidencia el paso de los años y presenta desperfectos y agujeros.
Iba a ser uno de los edificios clave en la ejecución de la Estrategia de Desarrollo Urbanos Sostenible Tormes+ , en la que se invirtieron casi 20 millones de euros, de los que la mitad los aportó la Unión Europea. Dentro de esa iniciativa, el Ayuntamiento había previsto una partida de 396.625 euros para transformar este espacio sin uso en un centro de interpretación. La rehabilitación del inmueble incluía trabajos de refuerzo, reparación y restitución de las estructuras dañadas de este complejo hidráulico que antaño se empleó para generar electricidad. El arreglo de las cubiertas, el acondicionamiento del interior y el desbroce de su entorno eran otras de las labores a las que el Ayuntamiento renunció después de que la CHD le exigiese el pago de un canon anual de 9.848 euros durante 75 años por disponer de estos terrenos integrados en el dominio público hidráulico. Pese al beneficio social que suponía el proyecto y a que no existía ningún lucro, el organismo de cuenca se mostró tajante y dio al traste con tres años de trabajo para recuperar un edificio, que hoy sigue abandonado.