De la construcción al negocio en el que todo queda en familia: «Desde que estoy yo he metido otro tipo de productos»

José María Herrero regenta su propio quiosco desde hace seis años, pero lleva toda la vida conociendo los entresijos de este oficio. Su padre es almacenista de productos de quiosco y sus tíos son dueños de otros negocios de este tipo en la ciudad de Salamanca. Aunque durante su juventud trabajó en la construcción, después en el 2012 fue contratado por uno de sus tíos para trabajar en uno de sus quioscos.

«Lo más importante que me enseñó él es a llevar la tienda. Yo conocía el producto por mi padre, pero me guió para tratar con los clientes, con los proveedores... esto es un oficio en el que hay que ser muy paciente, saber vender y ser amable», reconoce. En su tienda, los salmantinos pueden encontrar prensa, revistas, alimentación, tabaco o bebidas frías. «Desde que estoy yo aquí he metido otro tipo de productos, más alimentación, más chocolate y maquina de tabaco. Mi tío se dedicaba mucho a granel, tenía mucho fruto seco y golosinas», asegura.

Además, por su ubicación en María Auxiliadora cuenta con clientela de todo tipo, gran parte de ella heredada del anterior dueño que era su tío. «Los viernes por la tarde hay mucho trabajo, porque bajan muchas familias y niños de la plaza de la Concordia. Los domingos también son días muy fuertes en ventas», afirma.

Herrero trabaja todos los días de la semana, de 8:30 a 14:30 y de 15:30 a 21:00 de lunes a sábado. Los domingos abre de 9:00 a 14:30 horas y de 16:00 a 21:00 horas. Su madre le ayuda en el negocio, ya que atiende en la tienda mientras el dueño está en reparto o ayudando a su padre en el almacén: «Todo queda en casa», asegura.

Anima a los jóvenes salmantinos a emprender en cualquier tipo de negocio. También entiende las preferencias de las nuevas generaciones. «Es un oficio muy sacrificado. Con veinte años buscas otro tipo de alternativas para descansar los fines de semana o tener vacaciones, pero ya con una edad te vas a ganar más la vida que pensar en fiesta», reconoce. Asegura que las grandes superficies cercanas a su negocio no le afectan. «Ellos tienen su negocio y yo el mío. Incluso a veces me influye negativamente que cierren los domingos , ya que viene menos gente al barrio o la gente se dispersa».

Conoce a muchos de los clientes que entran en la tienda, ya tiene interiorizados sus gustos, sus preferencias y a algunos les guarda el pan o hasta la compra. «Los clientes habituales son muy agradecidos, te familiarizas mucho con ellos. Te cuentan su vida, le cuentas la tuya y es muy bonito, es algo que no se debería de perder. Los más habituales son los de la mañana», afirma. Reconoce también que ese trato tan cercano solo se encuentra en las tiendas de barrio, ya que «en otros sitios solo es un número». Aspira a continuar con el negocio muchos años más.

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