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Carmen Rodríguez Pajares, junto al árbol de Navidad instalado en el hall del Hospital de Salamanca.
«Conservo el espíritu navideño de la infancia: en mi casa hay un árbol enorme y seis belenes»
CARMEN RODRÍGUEZ, GERENTE DEL HOSPITAL DE SALAMANCA

«Conservo el espíritu navideño de la infancia: en mi casa hay un árbol enorme y seis belenes»

Las navidades de la gerente del Complejo Asistencial son recuerdos de cenas multitudinarias, canciones, niños disfrazados y regalos de material deportivo

Javier Hernández

Salamanca

Miércoles, 25 de diciembre 2024, 07:30

Eran unas navidades frías -por ser en Burgos-, pero sentimentalmente cálidas por la cantidad de familiares que se reunían en las casas de los tíos que se turnaban para organizar las fiestas.

Mientras las madres cocinaban la cena, las niñas vaciaban los armarios en busca de vestidos y disfraces con los que después representaban obras teatrales. Puede que entre aquellos 'disfraces' se colara alguna bata blanca de sanitario. Hoy la viste a diario para desempeñar su trabajo como máxima responsable del Complejo Asistencial de Salamanca.

Carmen Rodríguez Pajares -la gerente del Hospital- se confiesa como una firme defensora de la Navidad. Un espíritu que, asegura, no ha olvidado ni perdido. «Las navidades de mi infancia eran en Burgos. Nuestras tías eran tres hermanas y después cogimos el testigo sus hijas para seguir reuniéndonos. Eran celebraciones multitudinarias donde las niñas nos disfrazábamos de emperatrices y luego hacíamos teatro entre todos los primos… Eran días preciosos que me hacen ver que tuve una infancia muy feliz», recuerda.

En aquellas mesas engalanadas para la ocasión se cenaba bien y bastante. «Lo cierto es que en mi familia son muy comilones. Para comer en Navidad o en Año Nuevo siempre había lechazo, y en la cena del día anterior, algo de pescadito: una merluza rellena, por ejemplo», apunta Rodríguez Pajares.

¿Y de sobremesa? Villancicos: «Mi padre era sevillano así que no podían faltar los villancicos andaluces, con zambombas y todo el mundo cantando». Son nostalgias de tiempos y personas que se marcharon, pero que ni se pueden ni se desean borrar.

«Mi madre era una gran convocadora de eventos y muy perfeccionista que se marchó muy joven. Mi padre era el maestro de ceremonias ideal en Navidad. Sé que ahora es mi ángel de la guarda. Le echamos tanto de menos... Especialmente mis hijos».

La Navidad adulta son, sobre todo, las reuniones familiares, pero la Navidad infantil son, sin lugar a dudas, los regalos. Todo el mundo tiene una noche de Reyes inolvidable. La de Carmen Rodríguez amaneció con un ligero chasco por el tamaño de las populares muñecas 'Barriguitas': «Cuando las abrí me parecieron muy pequeñas. Estaban muy de moda, las trajeron los Reyes y recuerdo que me llevé una desilusión porque yo era más del muñeco Nenuco», recuerda entre risas.

En los años sucesivos no faltaron nunca los regalos relacionados con el deporte: «Recuerdo con ilusión mis primeros patines de bota, con los que di mucha guerra para que me los trajeran. Siempre me han traído material de deporte porque he practicado gimnasia deportiva, atletismo, natación, he entrenado en un equipo de baloncesto en Compostela…», enumera.

El fin de la infancia no ha evaporado el espíritu navideño en casa de la gerente del Hospital: «Para nada» -afirma- «El espíritu perdura y he recogido el testigo de mis padres. En mi casa hay un árbol de Navidad gigante y una colección de seis belenes. Los saco de un trastero y ocupan hasta siete cajas de embalaje, pero desde el puente de diciembre ya los tengo listos».

Sus hijos ya son mayores, pero a Carmen Rodríguez le sigue haciendo ilusión el ritual de esconder los regalos -a prueba de fisgones- hasta que llegue el día en el que los Reyes Magos se encarguen de repartirlos.

Su apretado plan navideño para este año respetará la tradición que sigue desde que se casó con un salmantino: «Desde hace más de 25 años la Nochebuena la pasamos en la plaza de la Reina, en Salamanca, mientras que en Navidad solemos ir a comer toda la familia a algún restaurante de la ciudad. La Nochevieja la pasamos en Valladolid y el día de Año Nuevo, en Burgos», concluye.

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