Borrar
Serafín García en su quiosco de la avenida Portugal. Obes

«Comenzamos en el negocio con tan solo veinte años. Nos empeñamos hasta las cejas»

Serafín García y María José Delgado llevan al frente de un quiosco de la avenida Portugal más de cuarenta años: «Invertimos en el negocio el coste de tres pisos. Somos un equipo»

María Regadera

Salamanca

Lunes, 23 de junio 2025, 17:02

A partir de las seis de la mañana ya hay movimiento en el quiosco más veterano de la avenida de Portugal. Como cada día, Serafín García y María José Delgado, se reparten las horas para atender el negocio que levantaron desde cero con apenas veinte años. El local se ha convertido en el proyecto que ha marcado su vida. «La mañana siempre es para mí, la tarde para mi mujer», explica García.

La historia de este quiosco, que lleva cuarenta años en manos de la pareja, comienza con ella. Delgado fue la primera en ponerse tras el mostrador, y él llegó después de terminar sus estudios para ayudarla. «Somos un equipo», cuenta García. Ninguno de los dos tenía experiencia previa ni antecedentes familiares en el sector. Sin embargo, apostaron por realizar una gran inversión dejando atrás la incertidumbre y el miedo. «En ese momento, invertimos en el quiosco el dinero de tres pisos. Nos empeñamos hasta las cejas y trabajábamos para el negocio las veinticuatro horas del día».

Se establecieron en un local de la avenida de Portugal que todavía hoy sigue siendo un punto de referencia. En estos cuarenta años, la zona también ha evolucionado. «Los niños de nuestros inicios ya son padres. La población de esta zona también ha envejecido mucho», dice. Su quiosco es uno de los pocos 'supervivientes' de la zona. Cuenta a este medio que en los últimos años han cerrado al menos siete puntos de venta en los alrededores. « El secreto es el trabajo y la amabilidad con el cliente. Estamos aquí todos los días, sin fallar uno solo a la semana», afirma. Los hijos de la pareja han crecido junto a unos padres con tiempo muy limitado. La conciliación tampoco ha sido tarea fácil, pero lo han conseguido. «Llevamos años sin vacaciones y nunca hemos podido ir juntos a un teatro escolar o a una excursión. Mis hijos son ya mayores y lo entienden, pero es complicado».

Con los años, su quiosco se ha convertido en mucho más que un punto de venta. Es también un lugar de confianza, de conversación y de vínculos. «La gente nos trata muy bien, muchos nos conocen desde que teníamos veinte años. Ya tenemos sesenta y ocho», cuenta. Han visto crecer a los hijos de los vecinos, han compartido alegrías, enfermedades y pérdidas. «Cuando tenemos un problema familiar, los clientes lo saben y se preocupan. Lo peor son las perdidas, después de tantos años había personas que para nosotros eran de la familia». Su gran baza es el trato cercano al cliente, algo que no pasa en supermercados o grandes superficies. «Los vecinos dejan las llaves, fiamos a algunos si no llevan dinero encima o nos preguntamos por los hijos o la salud». Con la mirada puesta en la jubilación, la pareja no encuentra a nadie que quiera relevarles. Aunque ya podrían hacerlo por edad, les da pena cerrar un negocio tan significativo en la zona. «Con esfuerzo, el negocio es muy rentable. Da para alimentar a dos familias», explica García.

Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lagacetadesalamanca «Comenzamos en el negocio con tan solo veinte años. Nos empeñamos hasta las cejas»

«Comenzamos en el negocio con tan solo veinte años. Nos empeñamos hasta las cejas»