De Borbones a presidentas en un bar de 'puerta grande': «Estamos en una de las mejores zonas de tapeo de Castilla y León»
Los padres de José Ángel Rodríguez abrieron La Fresa en el barrio de Salesas en 1983 y desde entonces se ha convertido en un punto de encuentro para los vecinos, los aficionados a los toros y algunos rostros conocidos
Más de 40 años de relación dan para mucho, y si no que se lo digan a José Ángel Rodríguez, actual dueño del bar La Fresa, que ha visto cómo se ha ido forjando desde su fundación la unión entre este bar familiar y el barrio de Salesas. Con el tiempo se ha logrado convertirse en uno de los lugares míticos de la zona conocida por los salmantinos como 'Van Dyck', doblemente en su caso, ya que el local se encuentra en la calle homónima.
Aunque no siempre estuvo allí. En 1983 los padres de José Ángel, José y Rosi, con ayuda de sus abuelos, fundaron el local en la calle Sarasate, muy cerca de donde se encuentra actualmente. La pasión de su padre no era la hostelería sino la música, y durante años formó parte de una orquesta en Zamora y más tarde tocó también en una sala de fiestas en Salamanca. Sin embargo, el matrimonio buscaba más estabilidad, sobre todo por sus hijos, y fue entonces cuando se animaron a emprender un negocio basado en «una cocina muy tradicional, sobre todo en la casquería», relata Rodríguez. El hostelero recuerda también cómo con 23 años se unió a sus padres e innovaron en la cocina con «la plancha y productos de temporada sin perder nunca la esencia ni el ambiente familiar». En la evolución de La Fresa ha estado presente también su hermano Sergio, en los fogones, y poco a poco han ido añadiendo su «toque personal».
La música no es el único pilar de la familia, también lo es el universo taurino. «Tengo mucha afición y al bar vienen muchos ganaderos, toreros y gente del mundillo a hablar de toros, que se está perdiendo» comenta Rodríguez. De hecho, en septiembre se realizan dos coloquios taurinos en el local con motivo de las Ferias y Fiestas. Cuadros y carteles de corridas pasadas adornan el interior del bar, cuyos platos han degustado figuras como Santiago Martín, alias 'El Viti', y sus hijas; Jiménez Fortes o el ganadero Fernando García, entre otros.
La anécdota con la prima del rey
No solo la gente del mundo del toro es asidua del bar, también rostros conocidos de la política como Esperanza Aguirre, de quien Rodríguez siempre destaca una anécdota. «Cuando era presidenta de la Comunidad de Madrid vino al bar y acababan de aprobar la ley que prohibía fumar en el interior de los locales. Muchos clientes mantenían el hábito y lo hacían sin percatarse», recuerda el hostelero. «Ese día vino acompañada de la prima del rey, Simoneta Gómez-Acebo, y estuvieron comiendo con otros amigos. En un momento y sin darse cuenta, Simoneta encendió un cigarro», prosigue Rodríguez. Cuando el hostelero le pidió que fumase en el exterior, la prima del monarca se disculpó enseguida diciendo que «lo había hecho sin darse cuenta» y salió del bar «enseguida», rememora entre risas Rodríguez, señalando que la comida fue «fenomenal» y que se comportaron como clientes habituales. Para José Ángel, la expresidenta de la Comunidad de Madrid es una «clienta de la casa y una persona muy cercana», lo que refleja que el trato estrecho y el ambiente familiar atraen a todo tipo de comensales, sin distinción de condición social o profesión.
De hecho, La Fresa es, ante todo, un bar de barrio, donde los vecinos se han convertido en clientes fieles que acuden incluso de generación en generación. «Tenemos una relación increíble, algunos llegaron de novios cuando eran universitarios, han seguido viniendo de casados y ahora nos visitan los hijos, así que supongo que algo estaremos haciendo bien», expresa con una sonrisa. Esta lealtad se debe en gran parte a la entrega de José Ángel, que, aunque haya 'mamado' el oficio, no considera La Fresa solo un bar heredado, porque disfruta lo que hace. «Me gusta levantarme y pensar en cómo innovar, tapas nuevas, ves lo que hacen en otros sitios y lo intentas amoldar a tu negocio con tu toque personal», expresa José Ángel, que bromea diciendo que «a estas alturas» no sabe qué montaría.«¿Una mercería? Si solo sé poner cañas y vinos», añade. Sobre un posible relevo en el futuro indica que su sobrino de siete años «le pone intención» pero «ni yo ni su padre queremos que se quede el negocio», aunque reconoce que las condiciones laborales han mejorado mucho. «Mis padres empezaban a las ocho de la mañana y terminaban a las doce de la noche», explica el hostelero.
Rodríguez cree que la pandemia supuso un punto de inflexión en este aspecto: «Desde entonces se cumplen más los horarios y creo que la gente tiene más empatía con los camareros y ha mejorado el trato».
La terraza, un 'salvavidas'
La terraza fue otro cambio clave tras la pandemia, convirtiéndose en un elemento imprescindible. Ahora la gente «sale a tomar algo fuera incluso cuando hace frío» indica el hostelero. Entiende que la retirada de aparcamientos para instalar terrazas pueda suponer una molestia para algunos vecinos, algo por lo que pide disculpas. No obstante, en verano se convierte en un servicio indispensable, «ya que sin ella esta zona se moría» y son los propios vecinos quienes más la disfrutan, pues llenan enseguida las ocho mesas del exterior. Y no solo en verano. En 2019 los hermanos trasladaron La Fresa a su ubicación actual y, a los pocos meses, con la inversión recién hecha, estalló la crisis de la covid-19, obligándoles a cerrar. De no ser por las terrazas, la supervivencia de muchos bares habría sido inviable.
José Ángel agradece tanto al Ayuntamiento como a la Asociación de Hostelería por su contribución a que esto sea posible desde el 1 de marzo al 1 de noviembre. También señala que sin la unión de todos los bares de la zona no se habría logrado colocar las terrazas.
Para él, los demás establecimientos no son competencia sino aliados: «Si me hace falta algo voy a donde mis compañeros, que llevan también muchos años en el barrio, y a la larga todos nos necesitamos». El hostelero se siente muy unido a la zona de Van Dyck, una de las «mejores zonas de tapeo de Salamanca y Castilla y León», que atrae tanto a vecinos como a turistas, en un barrio donde el compañerismo y el trato cercano son el pan de cada día.