El ballet de Gades que «no caduca», en las Noches del Fonseca
«Cuenta con una coreografía referencial y una dramaturgia apasionada», cuenta Eugenia Eiriz
Las Noches del Fonseca continúan su camino, esta vez al ritmo de uno de los espectáculos de ballet más conocidos: 'Carmen'.
La Fundación Antonio Gades es la encargada de traer al patio del colegio Arzobispo Fonseca a las 22:30 horas esta mítica obra, con la adaptación que realizaron Antonio Gades y Carlos Saura.
«La música de Bizet lleva 150 años hablando de libertad, deseo y destino, e inspirando a creadores de todo el mundo. En 1983, Antonio Gades y Carlos Saura crearon un ballet que inauguró un género, y que otorgó una nueva dimensión esta música al integrarla con los sonidos y la expresión de la cultura que la inspiró. Lo que entonces fue una obra vanguardista se ha convertido en una obra referencial para la escena europea y tanto para María Esteve como para mí, ponerla sobre los escenarios es un todo un orgullo pero sobre todo una gran responsabilidad. Y así lo vivimos», cuenta la viuda de Antonio Gades y directora de la Fundación, Eugenia Eiriz, quien reconoce que actuar en un escenario como este «tiene algo de ceremonia. Decir Salamanca es decir historia y cultura. Bailar en circunstancias así es una responsabilidad, pero por supuesto también un privilegio».
La historia habla de la figura de Carmen, que representa para Gades la lucha de la mujer por conseguir la libertad frente a lo establecido. Cuando se escribió la obra, en el año 1837, ésta supuso un escándalo para la época, en la que aún no se podía pensar en la emancipación de la mujer. «La longevidad de la obra puede sorprender en una época donde todo parece efímero, pero lo que está claro es que las grandes obras de arte no caducan. Quienes la vean por primera vez se sorprenderán de su modernidad; quienes ya la hayan visto, sentirán también que descubren algo nuevo. Porque el arte es un estado del alma, y el espectador de hoy no es el mismo que la vio hace 50, 20 o 10 años», explica Eugenia Eiriz.
Aunque basada en una ópera francesa y en una novela romántica, la versión de Gades y Saura muestra «una obra profundamente española y, por tanto, profundamente universal». «El público se encuentra con una coreografía referencial, una dramaturgia y una interpretación apasionada, donde la danza se convierte en lenguaje del alma», cuentan desde la Fundación, añadiendo que el flamenco en vivo también es uno de los puntos fuertes de la obra. «El resultado es una experiencia poderosa y conmovedora», concluye.