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Arde Bogotá, que llega a Salamanca con Vibra Mahou, en uno de sus directos
Antonio García, cantante de Arde Bogotá: “He tenido la suerte de vivir la noche en Salamanca”

Antonio García, cantante de Arde Bogotá: “He tenido la suerte de vivir la noche en Salamanca”

La banda de rock actúa este sábado 4 de junio en la capital charra | El grupo está recorriendo el país presentando su álbum de debut “La Noche”

Jueves, 2 de junio 2022

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Arde Bogotá, banda de rock emergente, llega este sábado 4 de junio a la Sala Camelot de Salamanca con Vibra Mahou. El grupo murciano está recorriendo el país con su directo, con letras de tinte generacional y compuestas por Antonio García, con su álbum de debut “La Noche”.

–¿La apuesta de Vibra Mahou por Arde Bogotá ayuda a la banda a llegar a nuevos públicos y le da visibilidad?

–Cuando una marca apuesta por promover la música en directo y llevarla a muchos lugares diferentes, te vas abriendo a nuevos públicos y conociendo nuevas ciudades, ampliando el alcance de tu música y actuando en sitios donde igual la banda no apostaba por ir por su cuenta. Yo he entendido la repercusión de formar parte de la Gira Mahou 2022 cuando vi qué artistas habían actuado en estos directos y en qué momento de su carrera habían girado: Loquillo, Leiva, Zahara... actuaron con Vibra Mahou.

–¿Es la primera vez en Salamanca?

–Como banda, sí. Como visitantes no. Tuve muy buenos amigos estudiando la carrera en la ciudad y ya he tenido la suerte de vivir la noche en Salamanca.

–La banda nació en 2017. Cuenta con el EP “El tiempo y la actitud” (2020) y el álbum “La noche”. Arde Bogotá ha sido una revelación en el pop-rock nacional.

–Yo diría que somos una banda emergente. La acogida de este primer disco ha sido superpositiva, mucho mayor de lo que esperábamos y que nos está permitiendo cosas como ir a actuar este sábado a Salamanca, que a lo mejor es algo que no esperábamos tan pronto o de esta manera.

–¿La banda depuró su estilo y buscó su propia voz durante cierto tiempo, solo con ensayos?

–Nosotros nos juntamos por primera vez en 2017 para tocar y no sacamos la primera canción hasta 2019. En todo ese tiempo recorrimos un proceso muy largo de prueba y error, de aprender a componer juntos, de aprender cuál era el sonido que queríamos tener, por dónde queríamos ir, a qué queríamos sonar y qué queríamos hacer con nuestro proyecto. Fue un proceso de hacer cosas, de equivocarnos, de decir esto no es, esto no es... hasta que nos cruzamos con algunas canciones que dijimos por aquí sí es. Hasta que, efectivamente, las canciones aparecieron poco a poco, con el tiempo y mucho esfuerzo. Pasamos casi dos años encerrados en un local aprendiendo a hacer música. Y una vez que encontramos la matriz, empezamos a picar hasta dejar la veta seca.

–¿Arde Bogotá compone como si estuviera discutiendo?

–Nos ponemos los cuatro a componer en el local y es como un combate: los cuatro instrumentos se tienen que poner de acuerdo y organizar para que una canción no sea un combate de boxeo sino una coreografía de ballet. Los cuatro instrumentos tienen que intentar decir lo mismo, en vez de imponerse unos a otros.

–¿Las letras son de los cuatro?

–Las letras me las dejan a mí, que soy el que se enfrenta a hablar con la gente.

–Es abogado de formación, ¿tenía experiencia artística previa a Arde Bogotá?

–Arde Bogotá es la primera banda en la que estoy en mi vida. De adolescente hice teatro muchos años y esa fue toda mi formación escénica. Después me interesó el mundo de la música.

–La banda se llama Arde Bogotá porque una de sus primeras canciones sonó en la capital colombiana.

–Así es. Cuando acabábamos de arrancar con la banda y estábamos empezando a hacer maquetas, yo me fui de viaje a Bogotá y me llevé las cancioncillas que estábamos haciendo. Allí se las puse a unos amigos y les gustaron mucho. Fue el punto de inflexión y de decir ahora sí hemos encontrado algo que suena interesante, después de descartar muchas cosas. De ahí el nombre de Arde Bogotá, en homenaje a que hubiera sido en Bogotá donde sonó nuestra música y de que allí cuadraran las cosas.

–¿Arde Bogotá tiene una canción de guerra antes de saltar al escenario?

–Lo que cantan los aficionados del Fútbol Club Cartagena: “Cartagena nunca se rinde”. Alberto nuestro road manager nos congrega, nos da un pequeño discurso y al final nos dice “Cartagena nunca se rinde”. Ahí cantamos todos, que es algo que nos da energía antes de actuar.

–¿La banda sale con energía a actuar?

–El show de Arde Bogotá es muy enérgico todo el tiempo. El directo está pensado para contagiar mucha energía a la gente. Nos entregamos mucho de principio hasta el final: aunque hay momentos de transición, vamos a piñón a por todo. El disco que estamos presentando es muy enérgico, donde casi todas las canciones tienen mucha potencia. Y el directo tiene mucha fuerza, mucha rabia. Y está pensado para bailar, pasarlo bien, gritar, pasarlo bien... Es interesante contagiar al público de esa energía positiva y convertir las salas donde actuamos en un lugar de felicidad, de baile y de energía.

–Hay estribillos pegadizos, aunque la banda aspira a contar cosas importantes.

–Las canciones que merecen la pena son las que dicen algo importante, real, honesto, que importe y que debe ser dicho. Sin perjuicio de eso, una canción no dejará de ser nunca una canción: la letra y la voz deben formar parte de una armonía musical. Si quieres hacer pop-rock, canciones asequibles como las nuestras, el estribillo no puede ser complejo.

–¿Es complicado abordar mensajes de cierto calado con sencillez?

–Yo intento siempre hablar de cosas reales o que me pasan. Quiero compartir lo que me ha ocurrido, que es una estrategia nudista y masoquista. Es algo que me gusta en los artistas, que digan cosas reales: como público me hace conectar con ellos. Y pienso que al público que vea Arde Bogotá también le hará conectar con nosotros, que contamos cosas de verdad y nos sinceramos.

–¿Hay más proyectos en ciernes?

–Ahora estamos en el dificilísimo proceso de hacer una gira y un disco a la vez. El fin de semana cantamos. Y entre semana también cantamos, pero en el local y para componer. Andamos haciendo malabares para hacer mucha, mucha música.

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