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La soprano Ainhoa Arteta, durante uno de sus conciertos.
Ainhoa Arteta: «Salamanca, la ciudad a la que tanto amor le tengo, presenciará un recital maravilloso»

ENTREVISTA A LA SOPRANO

Ainhoa Arteta: «Salamanca, la ciudad a la que tanto amor le tengo, presenciará un recital maravilloso»

La soprano actuará este viernes, 3 de mayo, en el Palacio de Congresos

Elena Martín

Salamanca

Jueves, 2 de mayo 2024, 06:45

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Un 'bel canto' que atrapa y capaz de enamorar al instante. La de Ainhoa Arteta (Guipúzcoa, 1964) es de esas voces privilegiadas. De las únicas. De las incomparables. Su efusividad lírica deja huella allí por donde 'pisa' y le ha llevado a ganarse el respeto de España. Hija de Esther Ibarrolaburu y del músico José Ramón Arteta, empezó a vivir por y para la música cuando era bien pequeña. De hecho, sus dotes para el canto, que le han llevado a lo más alto, donde todavía sigue estando, salieron a la luz cuando apenas era una niña. Y, poco tiempo después, esa niña convertida en mujer terminó dejándose la voz y la piel como soprano en óperas y zarzuelas varias.

Este viernes, 3 de mayo, se sube al escenario del Palacio de Congresos de Salamanca, una ciudad por la que siente «un amor tremendo». Allí, a partir de las 20:30 horas, junto al magnífico pianista Víctor Carbajo, homenajeará a los grandes clásicos españoles del cancionero universal.

¿Cómo se enamoró de la ópera? ¿Cómo recuerda sus primeros pasos en este mundo?

—Empecé enamorándome de María Calas. Yo no tenía ni idea de lo que era la ópera. Cuando tenía 6 años, mi padre me regaló un disco de vinilo, el cual sigo conservando. Por aquel entonces, estábamos en los años 70 y vivíamos en un pueblo pequeño que no tenía acceso al mundo de la música y, por ende, a la ópera. A raíz de ese momento, empecé a sentir pasión por la actuación y por el baile y empecé a cantar. Cuando di mis primeros pasos en el mundo, descubrí que cantando se me iban las penas y que la música me ayudaba a expresarme. Esa pasión no tardó mucho tiempo en convertirse en una profesión.

Han pasado muchos años desde que comenzó en él... ¿Ha sido un camino duro? ¿Qué es lo más duro y lo más bonito que ha vivido a lo largo de su trayectoria?

—Yo creo que es indispensable tener pasión por lo que haces. Subirse a un escenario y empezar a cantar es algo increíble, pero todos los prolegómenos que se dan antes de salir a hacerlo suelen ser bastante desagradables. Al final, la música es un negocio y, en él, te toca coincidir con mucha gente ignorante y desagradable.

¿Cómo es Ainhoa Arteta? ¿Cuál es su 'ADN musical'?

—Mi ADN musical está compuesto por la pasión. Para mí, cantar es como el aire que respiro. Lo necesito tanto o incluso más.

La lista de escenarios en los que ha actuado es una lista de vértigo. Ahora llega a Salamanca, para, junto al magnífico pianista Víctor Carbajo, hacer un homenaje a los grandes clásicos españoles del cancionero universal. ¿Qué espera de los salmantinos y qué podrán ver en este tributo?

—Antes de decir lo que espero de los salmantinos, tengo que decir que siento un amor increíble por Salamanca. Sobre el escenario, ofreceré un viaje maravilloso por todo lo que es la canción hispana. Será un recital en el que se darán la mano la poesía y la música hecha por los grandes compositores. Será un espectáculo maravilloso.

¿De dónde le viene ese amor tan profundo por Salamanca y por su gente?

—Viene de que a mí me crió una mujer de Tamames. Se llama Feli Muriel. Todas las hermanas Muriel de Tamames ayudaron en mi casa. Para mí, es como mi segunda madre. Cuando yo era una niña, Feli empezó a 'palpar' la pasión que estaba empezando a sentir por la música y, en especial, por la ópera. Todavía recuerdo los veranos que he pasado en Tamames, las veces en las que comí sus lentejas con laurel y cuando limpiaba la ropa en la fuente. Mi cariño hacia los salmantinos no puede ser más grande.

¿Y qué opina de Salamanca? Seguro que se patea la ciudad...

—Es una ciudad increíble. Es impresionante. Tiene una de las plazas más bonitas. Es una joya histórica de España. Además, tiene una universidad centenaria. Lleva abierta ocho siglos. Es de las más importantes. Salamanca es una referencia a nivel nacional.

Tras tantos años de carrera musical y tantos logros, ¿le queda algún reto por afrontar a nivel profesional? ¿Y a nivel personal?

—Para mí, el principal reto es el seguir cuidando mi voz y continuar con mi carrera. Mi objetivo es seguir cantando otros 10 o 15 años más y que el público disfrute de mí como lo ha hecho hasta ahora o incluso más. Los que cantamos ópera somos como los deportistas de la voz.

¿De qué estado de salud goza la lírica en la actualidad, tanto en España como en el resto del mundo? ¿Es un género que atrapa a las nuevas generaciones?

—Ha habido un cambio por la madurez de las personas que la cantan. Hoy en día, no se da prioridad a lo vocal, sino a lo físico. Yo soy de las que piensan que, si respetas la voz, la voz es la que manda en esta historia. Respecto a las nuevas generaciones y a cómo los cantantes líricos podemos atraparlas, siempre he dicho que la ópera es un género que, normalmente, cala después de 30 años. También he de decir que, para mi sorpresa, programas como el de 'Prodigios' han hecho una labor increíble difundiendo la ópera y haciéndola crecer. El último concierto que he ofrecido, que ha sido en Mallorca, me ha recordado a cuando mi abuelo me llevaba a la ópera. Allí vi a muchos niños. Me llevé una alegría. Esto hará que este género no sucumba ante el mundo de la prensa o el mundo de las finanzas, en los que se está metiendo de lleno la inteligencia artificial.

¿Qué se siente cuando se está en la cumbre de la lírica? Porque usted ha estado y sigue estando ahí... ¿Requiere de mucha responsabilidad? ¿Qué es lo que más miedo le ha dado o le da de la fama?

—Sí. Se siente muchísima responsabilidad porque, al final, el público espera mucho de ti. Uno de los motivos por los que yo salgo tranquila a los escenarios viene de una lección que me dio el gran Krauss. Él me dijo que a la voz hay que escucharla y que nunca hay que obligarla. También me dijo que nunca se puede salir con la cilindrada justa a cantar. Si se sale a cantar algo de cinco cilindradas, tú tienes que tener seis o siete.

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