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Joaquín Merchán Bermejo reconoce que apenas duerme tres horas al día. Se acuesta a las 3 de la mañana y se levanta a las 7 en lo que para él supone un «amor a la profesión». Asumió el cargo de presidente en funciones del Consejo General de Colegios de Graduados Sociales durante cuatro meses y, a pesar de que no quería presentarse a las elecciones, lo hizo por la «presión» de sus compañeros y se impuso a los otros dos candidatos. Ahora afronta tres años en los que quiere ser reivindicativo para solucionar las relaciones con la administración.
¿Por qué decide presentarse a las elecciones en las que finalmente resulta elegido presidente?
—Estuve durante cuatro meses de presidente en funciones porque así lo designan los estatutos tras la dimisión del anterior presidente. En principio, no me iba a presentar porque ya he ocupado varios cargos de vicepresidente, pero en estos cuatro meses se ha dado un giro de 180 grados al Consejo con la puesta en marcha del primer plan estratégico de la profesión de graduados sociales. He puesto en valor que mi silla, no es mía, sino de los 43 presidentes que representan a los 17.000 colegiados que tenemos en toda España. Me lo han pedido mayoritariamente y yo no podía defraudarlos. Finalmente, el viernes se celebraron las elecciones y gané con una amplísima mayoría. Tenemos que redefinir la profesión y situarla como puntera en el siglo XXI. También tenemos una institución como es la Fundación Justicia Social que tiene que ser una referencia.
Uno de los principales retos es cambiar las relaciones con la administración, ¿ha mejorado en los últimos meses?
—Tenemos que seguir trabajando en crear un nuevo paradigma de relaciones con las administraciones, y en concreto con la Tesorería de la Seguridad Social. Los compañeros no pueden seguir soportando la presión y la forma de funcionar que está teniendo la Tesorería que es la misma que imperó y se puso en marcha con la pandemia. De algo que era extraordinario se ha convertido en norma. Estamos como si fuera algo excepcional, pero es que ya se ha acabado la pandemia.No podemos acompañar a nuestros clientes a la Seguridad Social, como cuando estaba el coronavirus, algo incomprensible. Pero es que va más allá. La administración no respeta la desconexión digital y la conciliación de la vida familiar y laboral. Recibimos notificaciones, boletines y órdenes los viernes por la noche o el 29 de diciembre de normas que entran en vigor el día 1 como nos ha pasado con la Agencia Tributaria. Tenemos muy buena relación con la administración. Nos escuchan y lo alegan con motivos técnicos, pero tienen que ir más allá y actuar. Nuestro problema principal ahora mismo es que las administraciones dejen de pensar que siguen en pandemia como sucede con la cita previa o no poder acompañar a nuestros clientes. Lo hemos pedido, pero sigue sin cambiarse. No podemos dejar consolidada una relación que nació en pandemia.
¿Cómo se sienten al presentar todos los recursos en el juzgado, pero no poder hacerlo ante el Supremo?
—Nosotros hacemos todo el proceso de instrucción en todas las instancias salvo el recurso de casación que lo tiene que firmar un abogado porque nosotros no podemos y deberíamos hacerlo. Ocurre lo mismo con la justicia gratuita: nos lo merecemos y nos lo hemos ganado estar en el turno de oficio porque ya lo estamos haciendo de forma no reglada.
¿Lleva Salamanca por bandera en sus viajes por toda España?
—Mi bandera es mi profesión y mi salmantinismo. Me preocupa mucho mi ciudad, la falta de empleo y que el talento esté emigrando. Me duele y me hiere que los jóvenes abandonen la ciudad que quiero.
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