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Cada atardecer 3.500 grullas vuelven al Azud de Riolobos situado en los términos municipales de El Campo de Peñaranda y Villar de Gallimazo, alrededor de 2.000 hacen lo mismo en el embalse de Santa Teresa. Es el mejor momento para contemplar a las cientos de grullas que eligen nuestra provincia para pasar el invierno. Eso sí, sin molestar y sin entrar en el agua, aconseja el naturalista y educador ambiental Guillermo Hernández de Aquila Naturaleza.
En diciembre se llevó a cabo el cuenteo de grullas en la provincia de Salamanca y se contabilizaron alrededor de 6.000 con los pequeños grupos que se mueven en otros puntos de la provincia.
Las grullas vuelven cada año, en septiembre llegan pequeños grupos. «De octubre a noviembre se produce la invernada grande», detalla Guillermo Hernández y permanecen en la provincia hasta primeros de febrero. Algunas se van antes dependiendo del tiempo. Pero en estos momentos se registra el mayor número de grullas en la provincia.
Suelen venir en familias. Guillermo Hernández, un apasionado por la naturaleza, extrae de la vida de cada planta y cada animal su particular esencia por ello deleita con sus palabras a la hora de contar realidades que son verdaderas lecciones de existencia. Hay grullas que crían en Rusia, otras en los países nórdicos o en Alemania. «Forman parejas de por vida y crían uno o dos pollos y cuando llega agosto o septiembre empiezan a bajar hacia el mediterráneo a pasar la época fría», detalla. «Crían siempre en la misma marisma o laguna, crían uno o dos pollos cada año, y no todos, viene toda la familia junta, están en España todo el invierno, vuelven hacia el lugar de cría y allí se separan, las crías se separan de los adultos forman su propia familia y ese año el macho y la hembra vuelven a criar», relata.
Estas aves dan ejemplo de fidelidad.
«Son una familia unida y los padres durante el invierno enseñan a sus crías todos los trucos para sobrevivir en la naturaleza, como hacen los padres humanos que nos tienen hasta la adolescencia enseñándonos todos», compara.
El sábado 25 de enero, Guillermo Hernández guiará una actividad en Azud de Riolobos para despedir a las grullas antes de que vuelvan al norte de Europa. Dará detalles de la vida de estas aves y guiará a las personas que se apunten previamente para disfrutar de este espectáculo de la naturaleza que es su llegada al dormidero.
Las grullas suelen llegar en grandes grupos para pecnortar dentro de la lámina de agua y lo hacen causando gran alboroto, porque vuelan comunicándose entre ellas, su lenguaje es el 'trompeteo'.
A parte de las grullas que eligen pasar el invierno en las grandes láminas de agua del Azud de Riolobos y el embalse de Santa Teresa hay otras que prefieren la zona de Tamames y Sando. Guillermo Hernández explica que las grullas se alimentan de brotes tiernos y semillas principalmente porque son herbívoras. Las grullas que duermen en el azud sobre todo comen maíz que queda en la tierra tras pasar las cosechadoras y las otras «sobre todo están comiendo muchas bellotas».
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