Vuelve el trompeteo: «Aún hay pocas, pero habrá momentos en que se concentren hasta 4.000»
Salamanca es la provincia más importante de Castilla y León para la invernada de grullas, según los ornitólogos, destacando dos espacios principales en los que pernoctan, el Azud de Riolobos y el embalse de Santa Teresa
Con el comienzo del otoño vuelven las grullas a la provincia de Salamanca. Su vistosa silueta que se acentúa con los grandes bandos en que se desplazan, así como su llamativa presencia a causa de su forma de comunicación en grupo, a través de trompeteos, hacen que estas aves destacadas por su gran altura y largas patas no pasen desapercibidas.
«Salamanca es la provincia más importante de Castilla y León para la invernada de grullas», subraya el ornitólogo, amante de la naturaleza y conocedor de la vida de las aves, Guillermo Hernández. Las grullas vuelven cada otoño. «Ahora se pueden ver decenas, pero habrá momentos en que se concentren hasta 4.000», calcula. «Aún hay pocas porque estamos en el comienzo de la temporada», indica este conocedor de la vida de las aves a la vez que estima que empezaron a venir a primeros de septiembre. «La época más fuerte es finales de diciembre y enero», aunque «depende de la llegada del frío a Europa», añade. Luego se suele registrar un pico fuerte en febrero porque coincide la llegada de las aves que pasan el invierno en Salamanca con las que hacen una parada de uno o dos días en su camino desde Extremadura hacia sus lugares de origen. «Los picos más grandes suelen ser los de finales de enero y febrero», subraya.
Las grullas son originarias del continente europeo, de lugares como Alemania, Suecia o Rusia, donde crían.
Suelen invernar en países como Portugal, España o Francia. Guillermo Hernández teme que en un futuro puedan verse alteradas las migraciones por el cambio climático.
En la provincia de Salamanca hay dos espacios principales para la observación de estas y otras aves que llegan para pasar los días más fríos del invierno. Se trata del embalse de Santa Teresa y del Azud de Riolobos. También se las puede ver en la dehesa salmantina, en menor número, pero con presencia en Tamames y cercanías.
El mejor momento para ver las grullas es hacia el atardecer, «como hora y media antes de que se ponga el sol», recomienda Guillermo Hernández. «Es cuando empiezan a acumularse alrededor del Azud porque durante el día están comiendo en los campos de cultivo, sobre todo lo que más les gusta son las rastrojeras del maíz porque quedan muchos restos y es lo que van a comer, están comiendo durante el día y cuando se pone el sol vuelven a dormir al Azud», detalla.
El mejor consejo para observar las aves es «no molestar», indica el ornitólogo. «No interferir en su comportamiento para que las aves puedan tener su tranquilidad, quedarse en la carretera, sin acercarse al agua, en silencio, esperando a que llegue la tarde para ver las aves cuando vuelven a dormir, se pueden llevar una silla o esperar en el coche», son algunas de sus recomendaciones.
«La otoñada y el invierno es la época en que vienen las aves del norte de Europa es la época más interesante para el Azud de Riolobos, por variedad de especies y por cantidad, sobre todo», asegura.
Además en esta época hay espátulas, garzas reales, garcetas comunes, varias especies de patos que vienen desde el norte de Europa.