Valdelamatanza y Aldeanueva del Camino se reencuentran en su romería de la Virgen del Rosario

Los fieles de Valdelamatanza y la localidad cacereña de Aldeanueva del Camino se unieron de nuevo como cada mes de mayo en la tradicional romería de la Virgen del Rosario, que tuvo lugar en el paraje de La Fresneda, pese a la amenaza de lluvia. Sí se habilitaron dos pequeñas carpas para proteger a las imágenes de las vírgenes de cada pueblo en caso de lluvia.

Las celebraciones daban comienzo con la llegada de las imágenes de la Virgen del Rosario de cada uno de los pueblos. Lo hacían por la carretera y al son de los tamborileros, Juanjo y Daniel. La Virgen de Valdelamatanza accedía en primer lugar a hombros de las mujeres del pueblo, que entraban cantando, mientras que la imagen de Aldeanueva lo hacía después. Ambas vírgenes se colocaban en los extremos del altar de campaña, donde se depositaron también numerosas ofrendas de los fieles, que se subastarían después de la eucaristía, que fue concelebrada por los sacerdotes Raúl Hernández y Gerardo Salomón. Al inicio de la misa se puso de manifiesto la relevancia de esta celebración como acto de unión entre vecinos de dos pueblos hermanos, unidos por la historia y la geografía pero que implica mucho más ya que une también dos provincias y dos comunidades autónomas.

La romería de la Virgen se celebra todos los años el segundo sábado de mayo y las temperaturas suelen ser más altas que las de ayer, día marcado también por la inestabilidad del tiempo y los riesgos de lluvia. El Ayuntamiento de Aldeanueva había dispuesto el pabellón como solución en caso de lluvia, pero la misa se celebró finalmente en el campo. Muchas familias y grupos de amigos tenían preparadas también sus lonas y carpas para seguir la fiesta en el campo.

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