El símbolo del valor de las mujeres albercanas

El Lunes de Pascua en la localidad de La Alberca mantuvo una de las tradiciones más arraigadas en el corazón de este municipio serrano: la celebración del Día del Pendón, que demostró que el relevo generacional de esta fiesta propia albercana está más que asegurado con la participación de más de una veintena de jóvenes, los quintos que cumplen la mayoría de edad en este año, que pusieron todo su empeño en hacer honor a este día tan señalado.

La mañana comenzó con la misa en la Ermita del Humilladero, oficiada por el párroco Alfredo Fernández que, como no podía ser de otra manera, comenzó la liturgia con un recuerdo al Papa Francisco que falleció en el amanecer de este lunes.

Tras la misa, la atención se centro en la plaza de la localidad, donde las mujeres, ataviadas con el traje típico, mostraron a los presentes sus dotes para la danza al son de la gaita y el tamboril y con la maestría a las castañuelas de Poldo, maestro del baile charro, que dirigió el ritmo de las jóvenes. Mientras tanto, los mozos se arremolinaban en la puerta de la Casa Consistorial. Sobre el mediodía, las chicas leyeron la provisión de la Duquesa de Alba y después entregaron el pendón a los mozos a caballo, que abrieron el cortejo en el deambular por el casco urbano hasta arribar a los pies de la ermita para llevar a cabo el momento más simbólico.

Los mozos se alzaron a lo alto de la ermita para colocar el pendón y recordar el triunfo de las mujeres albercanas en la batalla de Las Matancias durante la guerra civil castellana que enfrentó a Isabel la Católica y a Juana la Beltraneja por el trono de Castilla. En ese paraje cercano a la localidad, las mujeres atacaron por sorpresa a las tropas portuguesas del Prior de Ocrato, del bando de la Beltraneja y, como símbolo y recuerdo de su victoria estas mujeres se quedaron con el pendón del Prior de Ocrato, formado por una luna sobre fondo rojo.

La casa de Alba en agradecimiento a esta victoria dio una provisión, por la que se invitaba a los vecinos del pueblo a vino. Un hecho que ha llegado hasta nuestros días, porque una vez colocado el pendón en lo alto de la ermita, comenzó el reparto de vino y hornazo para el público presente en la explanada, mientras la música y los bailes charros animaron el ambiente.

Un lunes especial para todos los vecinos y visitantes. “Esta es una de nuestras fiestas locales más importantes, en la que participa todo el pueblo. Además, ponemos en valor el arrojo de la mujeres albercanas y da gusto ver cómo se involucran la gente joven y mantienen viva esta tradición” comentaba con orgullo el alcalde la localidad, Miguel Ángel Luengo.

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