El sendero de las piedras mágicas: donde una agradable ruta de otoño se funde con la leyenda

La provincia de Salamanca esconde rincones donde la naturaleza y la leyenda se funden para crear experiencias únicas para el caminante. Un ejemplo de ello se encuentra en el municipio de La Redonda, una pequeña localidad del Abadengo, próxima a Lumbrales, en cuyo entorno se oculta el sendero de las piedras mágicas. Se trata de una ruta circular de nueve kilómetros de recorrido, que puede ser realizada por toda la familia, ya que su dificultad es baja.

Una ruta que, aunque ha vivido momentos mejores, permite disfrutar de un bello entorno rodeado de árboles de diversa índole —desde robles hasta enebros— y que ofrece una variedad de pontones, lanchas y puentes con un nexo común: la piedra como elemento característico. Eso sí, conviene mantener la atención, ya que, aunque la senda es visible en gran parte del trayecto, existen zonas con bifurcaciones y es necesario prestar atención a los postes que señalan la ruta, algunos de los cuales permanecen camuflados entre los arbustos.

Este sendero parte desde la zona noreste del municipio, junto a un panel que sirve de anticipo a la entrada en un mundo lleno de misterios que aguarda a los caminantes. A los pocos metros de comenzar, un tramo de una antigua calzada romana guía los pasos hacia una piedra de grandes dimensiones cuyo nombre llama la atención: la piedra del perdón.

Cuenta la leyenda que, en este lugar, unos niños hablaban entre sí asegurando que, si se pegaba la oreja a la piedra, se oían las esquilitas de la Virgen. Uno de ellos acercó su cabeza para tratar de escuchar aquel sonido cuando, de repente, otro de los mozos le dio un manotazo y le espetó que así lo oiría mejor. Tras esta «novatada», los niños relataron el motivo del nombre de esa gigantesca roca: «Si tiras una piedra arriba y queda ahí, en la cima de la roca, se te perdonará un pecado», decían. Cierta o no la leyenda, son numerosas las piedras de menor tamaño que coronan la parte alta de esta roca, esperando que la tradición cobre vida y se cumpla ese ansiado perdón.

La ruta prosigue entre la belleza otoñal y el crujir de las hojas caídas que se rompen bajo cada zancada. Tras un par de kilómetros, las orillas floridas del río Morgáez se presentan recordando otros tiempos en los que el agua corría con fuerza entre lanchas y pontones. Lugares en los que no es difícil imaginar a las mujeres de La Redonda lavando la ropa en sus orillas, o en los restos de algún lavadero que todavía persiste, manteniendo el recuerdo de tiempos ya pasados, de épocas que no volverán. No debe sorprender al caminante la presencia de corzos y aves, fundiendo esa parte humana con la animal, conviviendo en armonía en este paraje.

Cabe destacar que hay que cruzar algún tramo de carretera, debidamente señalizado, así como que, a mitad de camino, existe la opción de seguir una pista agrícola de vuelta al pueblo o continuar en busca del dolmen de los Pedazos de la Mata, del que solo quedan dos lajas hincadas en el terreno y que recuerda que ese lugar es «sagrado». Cuenta la leyenda que este fue lugar de enterramiento de aquellos pobladores prehistóricos que vivieron aquí hace más de 4.000 años. Una muestra de cómo la realidad y la tradición oral se entrelazan en este sendero mágico.

• Temas
• Vitigudino y Las Arribes