Saltos de agua: las 'joyas' naturales imperdibles en Salamanca

Una de esas joyas naturales se localiza en el término municipal de Valero, en pleno corazón de la sierra de Las Quilamas, donde se encuentra la «chorrera» de Gancho Bermejo, conocida popularmente como la cascada de La Palla.

Una opción para acceder a este sorprendente salto de agua es a través de una ruta que comienza tomando la carretera de Valero en dirección a «las Puentes del Alagón». A dos kilómetros aproximadamente del pueblo, justo en el punto donde se unen los ríos Quilamas y Alagón, parte un sendero que llega, tras un tranquilo paseo de 45 minutos, hasta un paraje desde donde se puede contemplar una vista de la cascada desde arriba.

Se trata de un camino sin dificultad, que atraviesa bancales de olivos, típicos de esta zona de la provincia, y al que acompañan varios arroyos.

Descender hasta la cascada de La Palla solo es recomendable para los senderistas más experimentados y acostumbrados a caminar por un paisaje rocoso para el que hace falta destreza y un calzado adecuado que evite los resbalones.

La cascada de La Palla está formada por tres pequeños saltos de agua (el último es el más espectacular) que desembocan en una poza.

Pero La Palla no es el único salto de agua que bien merece una visita estos días. Otro de esos lugares es el Pozo Airón, situado en el término municipal de Pereña de la Ribera y muy cerca de su famoso 'vecino', el Pozo de los Humos. Y es que tan solo unos pocos kilómetros separan un salto de otro, por lo que puede ser una opción complementaria para quienes visiten la cascada más famosa de Salamanca.

Una ruta de seis kilómetros llega al Pozo Airón, el salto más curioso de todos los que existen en la provincia al poder verlo desde dentro de una pequeña cueva que oculta la lámina de agua y a la que se puede acceder por uno de sus laterales.

Y en pleno corazón del parque natural Las Batuecas- Sierra de Francia se encuentra otra de las cascadas más populares de la provincia, como es la del Chorro, que además adentra al visitante en uno de los parajes más singulares de toda la zona, puesto que la ruta para llegar a ella parte del Monasterio del Santo Desierto de San José (otro lugar de la provincia que merece una visita) y pasa además muy cerca de las pinturas rupestres del Canchal de las Cabras Pintadas. Dos alicientes más para quienes quieran descubrir este otro salto de agua de la provincia ubicado en lugar de recogimiento y oración. La ruta, de 10 kilómetros (ida y vuelta) es de dificultad baja.