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Otro de los tesoros ornitológicos que abundan en las extensas llanuras de la zona noreste de la provincia es el búho campestre, una especie de ave nómada que se mueve en busca de su alimento, que son los pequeños roedores. Precisamente su abundancia en las llanuras del noreste de Salamanca se debe a las plagas de topillos.
«Es una especie muy ligada a las plagas de pequeños mamíferos tanto en España como en el resto del mundo», explica el biólogo y ornitólogo, Miguel Rodríguez Esteban.
«Es un búho que vive en una zona muy amplia del globo terrestre, desde España hasta el extremo más oriental de Rusia, por toda Norteamérica y Canadá, aparte hay algunas poblaciones en África en Sudamérica y en algunas islas del Pacífico, es un búho que está por todo el mundo, quitando Antártida y Australia», detalla.
Lo más peculiar es que esta ave no se mueve en busca de climas apropiados como las aves migratorias sino que lo hace en busca de alimento y se reproduce más si las plagas de pequeños roedores son abundantes y este es su modo de vida en toda la tierra.
«Adaptan su cría a la abundancia de roedores, si por ejemplo hay plaga de topillos, no se sabe cómo, pero se dan cuenta y se mueven hacia las zonas con más abundancia de roedores», explica.
En otras zonas en vez de topillos son otro tipo de roedores. «Por ejemplo en la zona fría, Escandinavia, Suecia, Noruega y Finlandia hay lenins, unos animales parecidos a topillos pero más propios de las tundras, entonces se van allí y adaptan su periodo de cría a esa zona», detalla.
El búho campestre es un ave de vida nocturna y nómada, por ese carácter de búsqueda de lugares con alimento.
Este año la provincia de Salamanca cuenta con varios cientos de ejemplares. Su presencia a veces pasa desapercibida porque se mueven por la noche o en tardes de poca luz en consonancia con el movimiento de los roedores.
Viven en parajes propios del noreste de la provincia, muy habituales en los términos municipales como los de Peñaranda de Bracamonte, Cantalapiedra, Cantalpino, Villaflores o Zorita de la Frontera.
«Son aves que están muy ligadas a zonas abiertas, terrenos agrícolas dónde no hay apenas vegetación forestal y para tener refugio requieren por ejemplo de pastizales, zonas con cobertura vegetal y la comida», insiste el ornitólogo.
«Sobre todo se dan en la zona de Peñaranda porque hay vegas de arroyos con pastizales a los lados, hay tierras que no se cultivan por diferentes motivos, ahí es donde pasan el día y luego por la noche cazan en estos lugares y en campos de cultivo de los alrededores».
«Es un búho del tamaño de una lechuza con los ojos amarillos, tiene un antifaz negro y es de plumaje pardo jaspeado que le permite camuflarse muy bien en zonas agrícolas, es muy silencioso como todos los búhos del mundo», describe Miguel Rodríguez.
Miguel Rodríguez Esteban subraya el carácter nómada del búho campestre. «Son aves totalmente nómadas que se mueven exclusivamente por la comida, algo que no es habitual en las aves», insiste. «No son como las grullas que por ejemplo llega el invierno y se van desde el Báltico a Salamanca o Extremadura, cuando llega el mes de marzo hacen lo contrario y cada año lo repiten, durante toda su vida, los búhos pueden estar mucho tiempo en un sitio porque tienen comida, desaparecen y luego cambian otra vez en busca del alimento, se mueven buscando las comida, es decir, no hacen migraciones, hacen dispersiones», anota esta curiosidad.
Además Miguel Rodríguez pone de relieve el carácter de esta especie de ave como «aliada del agricultor» porque se alimenta de ratones y sobre todo topillos, ayudando en la lucha contra esta plaga.
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