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Aldea del Obispo
Domingo, 3 de noviembre 2024, 06:00
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Hace unos días, el Instituto Nacional de Estadística publicaba su «atlas de rentas», es decir, una media que corresponde con las declaraciones de la renta erradicadas en cada municipio del país durante el ejercicio 2022, que corresponde con la declaración de la renta que se hace hasta el verano de 2023. Y según este informe, el pequeño municipio de Aldea del Obispo, situado en la comarca de Campo de Argañan, se colocaba en el último lugar con una renta por habitante de 9.348 euros, siendo el pueblo más «pobre» de Castilla y León dentro de esta estadística.
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«Seremos pobres, pero tenemos de todo», decía una vecina a LA GACETA. Y no le falta razón, porque este pueblo de apenas 270 habitantes es una muestra clara de que los números no siempre reflejan la realidad de los municipios. «En este pueblo vivimos muy bien, no tenemos deuda ninguna, aunque es cierto que tenemos pocos ingresos», detalla la alcaldesa Rosa Baz. Si uno pasea por las coquetas calles de este rincón de la comarca mirobrigense se topará con servicios que no todos los municipios similares tienen: dos tiendas de productos de alimentación y de primera necesidad, dos bares, dos escuelas en funcionamiento (con cerca de 15 alumnos), consultorio médico e incluso una farmacia.
Eva Marcos, la farmacéutica del pueblo, recalca que «aquí se vive bien, tengo muy buena relación con todos los vecinos y nos ayudamos unos a otros», comenta en su farmacia que lleva abierta más de 20 años. «Yo llevo 14 años y estuvo otro chico antes que yo», apunta Eva, que se enteró en el bar de la noticia sobre la estadística del INE «y me sorprendió».
La aparición de esta información ha sido motivo de animada conversación durante estos días «y algunos incluso han estado algo molestos», comenta la alcaldesa, «porque decían que cómo vamos a ser los más pobres, con lo bien que se vive aquí». Julia Guerra, vecina del municipio, recordaba todos los servicios que tienen: «¿Qué más queremos? Se vive de maravilla aquí, yo llevo toda la vida y de cómo se vivía antes aquí a cómo se es ahora, no hay ni punto de comparación». Otro vecino, Esteban Martín, aseguraba que la noticia le había «impactado un poco» y que «desde luego yo no veo que seamos un pueblo pobre, para nada. Incluso diría que tenemos un lujo con las tiendas, el albergue, los bares», pero si matizaba que «es necesario fomentar más trabajo para que se asienten las familias y gente joven en la localidad», comentaba Esteban.
Angélica Sánchez regenta uno de los bares con los que cuenta Aldea del Obispo y mostraba su sorpresa con el dato sobre la renta por habitante: «Con el arraigo que tengo a Aldea no es una noticia muy agradable», explicaba, «ya que somos los más pobres pues quizás las administraciones puedan hacer algo para ayudar a la España Vaciada», reivindicaba mientras ponía de manifiesto que «somos un pueblo acogedor y se vive muy bien, hay mucha actividad, e incluso tenemos niños por nuestras calles».
A todo ello, Aldea del Obispo suma la Feria Rural de La Raya, que convierte cada verano a la localidad en referencia de los productos artesanos o sus atractivos turísticos como el paso del Camino de Santiago por su entorno natural o su cercanía al Fuerte de la Concepción, teniendo incluso en el ágora de la localidad un aula de interpretación de esta fortificación de frontera, clave en el desarrollo de la Guerra de la Independencia.
Poco a poco, nuevos vecinos se van asentando en el pueblo, algunos llegados desde otros municipios de la provincia, mientras que otros lo hacen desde otras regiones más alejadas. Es el caso de Modesta, natural de Aldea el Obispo pero que reparte su tiempo entre el pueblo y Barcelona. «Ahora en breve me tengo que ir y me da mucha pena», comenta entre risas. Junto a ella, su pareja Jesús, reconoce el encanto de residir en un municipio pequeño «aunque a veces para los hombres es un poco aburrida», indica con una sonrisa, «ellas tienen gimnasia y siempre hacen muchas actividades». «Es un pueblo que tiene vida y que cada vez más gente viene aquí y se queda encantado con lo que tenemos », apostilla Modesta. Una muestra más de que la felicidad y el bienestar van más allá de las cifras económicas.
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