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Vecinos de Cristobal «tomando la fresca» al cobijo de una sombra durante un verano. ARCHIVO

La polémica de 'tomar la fresca' llega a Salamanca: «Es un poco surrealista»

En la provincia no existe ninguna ordenanza municipal que impida esta práctica veraniega. Los alcaldes apelan «al sentido común» de la buena vecindad y a su labor «socializadora»

D. Sánchez

Salamanca

Jueves, 5 de junio 2025, 06:00

Las redes sociales han echado fuego en los últimos días tras el aviso dado por la Policía Local de Santa Fe, un pequeño municipio ubicado en Granada, de que la práctica de la sentarse «a la fresca», es decir, salir con sillas a la entrada de las casas tras la caída del sol, se encuentra regulada y «los efectivos pueden ordenar la retirada de las sillas», señalaba el colectivo policial en un comunicado que recorrió como un reguero de pólvora las plataformas digitales de comunicación con reacciones de sorpresa e indignación.

La costumbre de sentarse «a tomar el fresco» o «a la fresca», es una estampa clásica de los veranos en España y particularmente en las zonas rurales. Algo que se podrá seguir haciendo en los municipios de la provincia charra, ya que como indican algunos alcaldes «se trata de una regulación marcada por las ordenanzas municipales» y no se tiene constancia de que ellas en la que rigen la buena vecindad en Salamanca.

«Es un poco surrealista», comenta a LA GACETA el alcalde de Lumbrales, Carlos Pedraz. «Aquí se sigue haciendo, de hecho, es un punto de encuentro entre personas que se ven de verano en verano y ojalá se siga haciendo mucho tiempo porque es signo de vida en los pueblos», destaca el primer edil lumbralense.

En la misma línea se expresa Luís Rodríguez, regidor de Pereña de la Ribera, recuerda que «antes se formaban grandes grupos, ahora se mantienen, pero con 5 o 6 vecinos por grupo» y «no se puede entender el verano sin esto, aprovechando las buenas noches que tenemos en este entorno».

En la comarca de la Sierra de Francia son los «poyos» los protagonistas más que las sillas. Así lo recalcan los alcaldes de La Alberca y Mogarraz, localidades donde los vecinos se sientan en estos bancos de piedra a la entrad de las casas para compartir las vivencias del día a día. «Hemos tenido poyos toda la vida precisamente para eso, para que la gente salga y se reúna», detalla la mogarreña Soledad Álvarez, tal y como secunda el albercano Miguel Ángel Luengo: «No existe ninguna norma que lo impida más allá del sentido común de la buena vecindad», recalca.

En localidades de mayor tamaño como Vitigudino, Ciudad Rodrigo y Fuentes de Oñoro se permite también «tomar la fresca» sin problemas. «Vivimos en libertad» reivindica la oñorense Laura Vicente.

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