Penúltimo día del Divierteatro en Ciudad Rodrigo, y últimas carreras para viajar por el mundo

La versión infantil de la Feria de Teatro de Castilla y León, el Divierteatro, llegó hoy a su penúltima jornada con el mismo ánimo que el primer día, y con especial entusiasmo del equipo de monitores, tanto del Divierteatro como de Palabreando, así como del equipo de apoyo, en una mañana en la que se reunieron para la protocolaria foto grupal que inmortaliza una edición para el recuerdo.

Momentos antes de reabrir las puertas de cada continente, los equipos se prepararon y animaron, y algunos aprovecharon para ser espectadores de obras como la de Varanda Teatro con sus “Historias Encajadas”, una propuesta de lambé lambé con dos “escenarios” y las piezas “Tupi or not tupi”, de Joao Darte y “Guerra”, de Guilherme Hernández. Ambas giran en torno a un personaje y apenas duran tres minutos.

En la primera, se cuestiona una pregunta: “¿De qué tienes hambre?”, y el día se convierte en noche en un paraje desértico con un cactus en flor. En la segunda, Guilherme invita al espectador a asomarse a la casa de Picasso, en la que el pintor contempla su cuadro, un lienzo de manchas grises, cuando experimenta un bombardeo y la guerra explota alrededor. Abrumado, y cuando todo se calma, observa la pieza resultante, que al fin cobra la forma del famoso Guernica.

El lambé lambé, de origen brasileño, esconde una curiosa historia en torno al mito de la cigüeña que trae los niños. Los adolescentes creían que los bebés nacían de la propia cigüeña, así que dos profesoras, en plena postdictadura, decidieron romper el mito creando una muñeca con la que representar un parto natural de una mujer.

Sin embargo, azorados por la necesidad de que fuera algo íntimo, crearon el lambé lambé, basado en el sistema de fotografía que da vida hoy a este singular teatro inmersivo en el que, bajo una tela negra, el espectador, en solitario, se sumerge en un mundo de fantasía, luz, movimiento y efectos sonoros cuya experiencia se ve apoyada por el empleo de auriculares mientras, desde el otro lado, el artista da vida a la narración.

“La idea les pareció muy buena, pegaron títeres en la caja y salieron a las calles”, explica Joao Darte. Este teatro causó furor en los festivales y, poco a poco, se fue extendiendo por todo el mundo. “Artistas y titiriteros marcharon a Chile, otros a Estados Unidos, otros a Francia...”, y así, en cinco años, conquistó el corazón de las artes escénicas.

Precisamente los títeres son también protagonistas a través de la muestra de la compañía asturiana Tragaluz, que exhibe una pequeña parte de su vasta colección. “Tratamos de contar la historia de los títeres en el mundo, transmitir que no son solo para niños, son tradición”, expone Joaquín Hernández, titiritero. Piezas de Nepal, Birmania, India, China, Burkina Faso, Túnez, Benín, Inglaterra, Italia, República Checa y Méjico adornan la exposición de este Diviereatro. Joaquín alberga unos 700 títeres en su museo. “Yo digo que los títeres nacieron con la religión y las creencias en general, han servido para representarlo desde hace tiempo”.

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