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Miércoles, 3 de junio 2020, 12:12
El uso de mascarillas es obligatorio en espacios públicos y en la calle siempre que no sea posible mantener las distancias de seguridad respecto a otras personas. Este último caso, en la provincia de Salamanca, es fácil de cumplir en muchas localidades donde han visto ... como su población cae y quedan unas decenas de empadronados en calles por donde antaño pasaban centenares.
Y allí, el uso de medios de protección como esa mascarilla obligatoria no se antoja tan necesario porque es difícil que la gente se encuentre por la calle y, de hacerlo, no hay masificación.
Localidades como San Medel, La Hoya, Puebla de San Medel o Valdelageve son núcleos marcados por censos con pocos habitantes donde el distanciamiento social ya se daba mucho antes de la pandemia del coronavirus. Así lo explica Eusebio Hernández, que reside en La Hoya al señalar que “con independencia de emergencia sanitaria o no, en los pueblos pequeños de la España vaciada, el distanciamiento social es una realidad tangible todos los días del año. No es necesario el uso de la mascarilla, ves a los vecinos cuando quieres verlos y si casualmente te cruzas con alguno de ellos, sabemos guardar la distancia. Máxime, cuando somos conscientes de que hay expuestas muchas personas de riesgo”. Eso opina también la señora Eugenia Coscolín, que en pocos meses pasó de vivir en Béjar, ciudad donde se mantienen las limitaciones horarias para el paseo, a La Hoya, localidad con 36 censados, según los datos de la Diputación: “hay que hacer lo que nos manden, pero no se ve a nadie cuando vas al paseo”. Como añade otra vecina, “la mayoría salimos lo justo para ir a la huerta o a la hora de dar el paseo pero prácticamente ni nos vemos”.
Este pueblo, como otros tantos de poca población, ha cumplido las normas y sólo se encuentran varias personas cuando salen a por el pan. Otros, como el caso de San Medel ya ni eso porque no van ambulantes al pueblo. Allí, para comprar, tienen Valdelacasa o Ledrada como núcleos más cercanos y, si no, Guijuelo. Por tanto, el uso es obligado, pero los que no salen del pueblo pueden pasarse horas sin ver a nadie y si salen a caminar por el entorno, difícil será también que haya posibilidades de un mayor contacto.
Otro hecho que ha caracterizado durante todo este tipo al medio rural de la provincia es el de un mayor conocimiento de la situación de cada vecino. Los alcaldes, concejales o alguaciles han estado al tanto de quienes estaban en el pueblo porque son menos que en las ciudades. Una nueva ventaja de los pueblos donde la pandemia se ha vivido, por norma, de una forma diferentes a los grandes núcleos.
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