«Nacimos el año de la Guerra Civil y ahora compartimos jubilación en el pueblo»
Aurelio Astudillo, Soterio Pescador y Claudio Martín fueron al colegio juntos desde los seis años hasta los 12, trabajaron en el campo y ahora comparten la jubilación en Rágama
Con casi nueve décadas a sus espaldas, los paisanos Aurelio Astudillo, Sotero Pescador y Claudio Martín han compartido este verano y los primeros días del otoño recordando anécdotas vividas en su infancia y adolescencia en Rágama, donde nacieron los tres con unos días de diferencia, en el 36, unos días antes de estallar la Guerra Civil española que tanto hizo sufrir a unos y a otros.
«Aquí tienes a tres amigos con 89 años», les señala con gracia la regameña Teresa Pescador, que es la mujer de Claudio y la hermana de Sotero y con razón defiende el nombre de su hermano. Aunque parezca un nombre extraño, «aquí había dos más y en Paradinas de San Juan había otro», justifican ambos. «Era el nombre de mi abuelo, el padre de mi padre se llamaba Sotero», añade.
Aurelio nació el 15 de marzo, Claudio el 1 de abril y Sotero el 4 de abril.
En el 36 nacieron en Rágama 16 hombres, 'quintos' decían entonces porque fueron llamados a quintas para hacer la mili. «Éramos cerca de 30 entre mujeres y hombres», nacidos en el mismo año, calculan.
Sotero Pescador siempre ha vivido en Rágama, principalmente se ha dedicado a la agricultura.
Aurelio Astudillo estuvo 36 años en San Sebastián, trabajaba en la fábrica de electrodomésticos Fagor.
Claudio es mecánico electricista, dice que estudió en los Salesianos de Bilbao y estuvo en Basauri durante 40 años dedicado al mantenimiento en la empresa de electrodomésticos Edesa.
«Entonces cuando se cumplían los seis años el Ayuntamiento daba un papelito a tus padres para el colegio y a los 14 nos echaban», cuenta Claudio. «Pero a los 12 ya nos sacaban para ir a trabajar», añade Sotero. «Luego ya emigramos», continúa Aurelio.
«Nos enseñaban las reglas de aritmética, aprendíamos un poco a leer y escribir, con eso ya nos mandaban para casa», explica Sotero.
Después los tres estuvieron un tiempo trabajando en la agricultura en su pueblo, «fuimos a trillar en los veranos con mulas o tractores y a la remolacha», recuerda Claudio.
«Yo vivo en la casa donde nací», asegura Sotero. «Yo también», coincide Aurelio.
«Antes, cada época del año se jugaba a un deporte diferente, cuando llegaba la Semana Santa jugábamos a la calva porque no dejaban poner baile, decían que era pecado, jugábamos al aro, 'a la una araba la mula', a los bolos, al tango, y sobre todo a la pelota», recuerdan. «Aurelio y Sotero eran profesionales», recuerda Claudio, orgulloso de sus amigos.