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Se acerca el otoño y llega la berrea de los ciervos, uno de los espectáculos naturales más llamativos que pueden verse estos días en los montes y sierras de la provincia.
Con el nombre de berrea o brama se conoce al periodo de celo en el que entra el macho, cuando se encuentra en su máximo esplendor y trata de cubrir a las hembras de un territorio. Sus característicos bramidos son los protagonistas de una ceremonia en la que no faltan las luchas rituales y el cortejo a las hembras.
No es fácil ver a los ciervos en plena berrea, pero en la provincia hay algunos lugares estratégicos para disfrutar de ella. Uno de ellos es el nuevo mirador del meandro Melero desde tierras salmantinas. Situado en el término municipal de Sotoserrano, se trata de una perfecta atalaya natural desde donde escuchar a los animales e, incluso, verlos cuando bajan a beber al río Alagón.
Para llegar hasta el nuevo mirador, ubicado justo encima de la isla de la Romerosa, hay que tomar el sendero que parte desde el pueblo abandonado de Cabaloria, que se localiza siguiendo la carretera de Sotoserrano hasta poco antes de entrar en tierras extremeñas.
El nuevo mirador se encuentra, además, dentro de un nuevo sendero circular habilitado por la Junta de Castilla y León de poco más de 5 kilómetros y sin dificultad, por lo que la experiencia es doble.
También existe la opción de cruzar a tierras extremeñas y subir al popular mirador de La Antigua, desde donde se tiene otra perspectiva del meandro Melero.
También el entorno de Lagunilla es otro lugar ideal, aunque en cualquier caso los expertos recomiendan no salirse nunca de los senderos señalizados para evitar accidentes.
Los expertos recomiendan acudir durante las primeras horas del amanecer o bien al atardecer a un lugar elevado desde el que poder escucharles y, con suerte, verles. Hay que tener paciencia y que esperar en silencio para no espantar a los animales.
Lo ideal es acudir a un lugar alto desde el que se tenga una buena vista sobre una ladera, aunque para muchos aficionados a la berrea solo escucharles ya es una experiencia única.
El celo de los machos ya ha comenzado, coincidiendo con la llegada del otoño. Lo normal es que se extienda hasta octubre, aunque las lluvias pueden hacer que los tiempos varíen.
La berrea es el mejor momento para ver a los ciervos en su hábitat. Cuando comienza el celo, entre los meses de septiembre y octubre, los machos empiezan a rondar a las hembras, lo que hace que salgan del monte a zonas más despejadas y sea más fácil verles.
Los machos emiten un sonido gutural con el que tratan de asustar a los ejemplares más jóvenes mientras marcan su territorio para aparearse con las hembras. Curiosamente, los de menor edad son los que emiten los bramidos más altos, mientras que los machos mayores emiten bramidos más cortos y graves.
El momento más espectacular lleva con las luchas. Después de medirse mientras caminan de forma paralela, chocarán sus cornamentas hasta que uno de los dos caiga al suelo o huya.
El ritual finaliza con el macho vencedor persiguiendo algunos metros al perdedor antes de volver con su grupo de hembras, que siempre se mantiene al margen, para seguir apareándose.
A modo de curiosidad, la cornamenta del macho determina su edad. Cuanto más grande, más viejo es.
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