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Ana María de la Rosa y Jesús Lahera, mostrando la altura a la que llegó el agua en su garaje en Miranda de Azán. EÑE
Los vecinos de Miranda de Azán y Aldeatejada inician la limpieza tras los destrozos por la lluvia

Los vecinos de Miranda de Azán y Aldeatejada inician la limpieza tras los destrozos por la lluvia

La fuerza del agua ‘reventó’ las puertas de los garajes de los vecinos y apiló coches de más de 2.500 kilos | Los contenedores de basura y reciclaje, arrastrados por el agua, bloquearon uno de los puentes del municipio

Martes, 10 de enero 2023, 13:13

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Las inundaciones que se vivieron en varias comarcas de la provincia durante la jornada del domingo, con declaración de nivel 1 del Inuncyl de la Junta, que es el plan de Protección Civil ante el riesgo de inundaciones, que estuvo en vigor desde las nueve de la noche del domingo hasta las cinco de la tarde de este lunes, han dejado un potente rastro de daños, tanto en bienes públicos de los Consistorios, como en inmuebles privados.

Miranda de Azán y Aldeatejada son dos de los municipios que mayor volumen de desperfectos de ambos tipos acumulan, y tanto los ayuntamientos como los vecinos han optado por realizar limpieza del lodazal, algo que permitirá dar paso después a las valoraciones económicas, por un lado para solicitar ayuda económica a distintas instituciones para recuperar la normalidad en dotaciones urbanísticas como por ejemplo, los puentes que fueron arrasados por la riada, y por otro, en el caso de los vecinos, a los seguros.

En el caso de Miranda de Azán los dos puentes que permiten salvar los cauces del arroyo de Fuente de la Porra y el regato de Caganchas han quedado “tocados” y necesitarán una revisión, puesto que el agua ha afectado a las zonas de escollera junto a las pasarelas. El Delegado Territorial de la Junta en Salamanca, que pasó la tarde del domingo en el municipio viendo la evolución de la riada, regresó ayer a la localidad para comprobar los daños y acompañar tanto al regidor, José Luis Sánchez, que agradeció a Ruiz su “preocupación por el municipio”, como a los vecinos mientras abordaban las primeras labores de limpieza.

El trabajo de los bomberos de la Diputación, con el apoyo de la Guardia Civil y miembros de Protección Civil se prolongó en el municipio hasta bien entrada la noche debido a la magnitud de los destrozos, “los más graves desde 2005”, argumentó el regidor. Ni los contenedores de basura de 800 kilos, ni los de reciclaje, soportaron la fuerza de los dos torrentes y fueron arrastrados aguas abajo hasta taponar uno de los puentes del municipio.

El hogar de Pablo Labajos, vecino de Miranda de Azán, también fue otro de los afectados por las inundaciones. Comida, aparatos técnicos de trabajo o bicicletas, son algunos de los objetos que su familia tenía guardados en el garaje en el momento de la inundación. “Intentamos proteger la entrada de la vivienda pero fue imposible porque el agua nos ganaba en velocidad y se nos metió en casa por la puerta de la cochera, pero también por los propios sumideros de la vivienda”, explicó Labajos.

Adquirió la casa hace apenas un año y medio y no pensaba que iba suceder algo así. “Durante los primeros minutos pudimos rescatar algunos objetos y subirlos a la parte superior de la vivienda”, afirmó el vecino. Además, se refirió a la Confederación Hidrográfica del Duero manifestando que “deben asistir también a las zonas rurales y tener sistemas de alerta en todas sus cuencas para que no suceda esto no solo en las grandes para poder en la mayor medida prevenir este tipo de catástrofes”.

En los momentos de mayor trabajo, los vecinos de Miranda de Azán ayudaron a los más afectados sin dudar en ningún momento. “Quiero dar las gracias a todas las personas que estuvieron achicando agua de los hogares porque su ayuda fue muy importante, en algunos momentos había aquí ayudando hasta treinta vecinos que nos han echado una mano desinteresadamente”, aseguró Julio Sánchez, otro de los vecinos afectados. “La fuerza del agua por la tarde hacía imposible moverte por la calle de lo fuerte que venía”, expresó Sánchez. “Sin duda, lo más duro son todas las cosas sentimentales que hemos perdido y no vamos a poder volver a recuperar”, comentó.

Sánchez ha visto cómo la bodega que tenía habilitada al fondo del garaje de su vivienda, en la que se reunía con amigos y familia, ha quedado inservible, “ni cocina, ni horno, ni lavavajillas..., ni siquiera los sofás o las mesas se han salvado. Está todo para tirar”, argumentó Julio Sánchez, mientras comenzaba a arrojar al contenedor de obra el primer elemento desechado: un gran parasol.

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