La lluvia respeta los rincones más bellos de la XXVIII Marcha Arribes del Duero

Las previsiones meteorológicas no lograron disuadir este domingo a los más tenaces de asistir un año más, como es costumbre en la mayoría de estos senderistas, a la Marcha Arribes del Duero en su 28ª edición. Unos 300 senderistas partieron desde Vilvestre acompañados de guías y con ganas de disfrutar los agrestes paisajes arribeños salpicados de chumberas, que atesoran, para los más espabilados, espárragos trigueros "para hacer una tortilla esta noche", aseguraban algunas familias.

Microbuses, autobuses, una pasarela instalada específicamente para cruzar el caudaloso río en este evento, y, a la vuelta, el aroma de la recompensa: un costillar y mucho más para llenar los estómagos en el idílico paraje de La Barca, desde el que se despliega una estampa única. Unos 12 kilómetros de ruta de dificultad media, "muy light" para algunos, ofrecieron una mañana de naturaleza para todas las edades.

Senderistas de distintos puntos de la provincia de Salamanca, pero también de Castilla La Mancha, Asturias, Madrid y País Vasco, entre otros, acudieron un año más a contemplar los atractivos de Las Arribes. Para dilatar la velada, el frontón de Vilvestre vibró a partir de las 17:00 horas con una actuación de folclore.

Esta marcha ya arraigada entre los senderistas está organizada por el Ayuntamiento, y abarca también sorteos de paseos en barco, además de recorrer La Garbancera, Arro La Reina, Vasito Las Viñas, Valdobarco, Casa del Tío Majencias, Rodera de las Piedras, El Piélago, El Rocín, La Rumbona y, finalmente, la pintoresca Barca. "Otros años ha habido hasta 1.200 personas", exclamaban algunos de los guías, aplaudiendo la participación de quienes no fallan a esta cita a pesar del clima.

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