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Lunes, 27 de diciembre 2021, 18:35
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La pandemia ha sido la “excusa perfecta”, según comentan los usuarios, para dejar de nuevo sin atención presencial a la estación de tren de Peñaranda y parece que será algo definitivo.
La falta de personal que atienda la taquilla motiva, también, que los aseos permanezcan cerrados al público para evitar actos vandálicos, ya que la sala de espera se ha convertido ahora en lugar de reunión para el botellón de los jóvenes, sobre todo los fines de semana.
Mascarillas y bolsas tiradas, botellas, bebidas alcohólicas derramadas en el suelo y plantas que se utilizan como improvisados urinarios son sólo algunos de los rastros que encuentra el personal de limpieza que acude a la estación. “Aprovechan que hay noches que no hay patrulla de la Policía Local y se vienen aquí con la bebida, a la sala de espera, sobre todo ahora en invierno”, afirman también algunos vecinos que observan habitualmente el paso de grupos de chavales hacia la estación.
Desde el Ayuntamiento confirmaron que conocen la falta de atención presencial al público en la estación peñarandina y explicaron: “es cierto que recuperamos el personal de taquilla después de pelearlo dos meses en enero de 2020 y después, con el Estado de Alarma, se cerraron todas las taquillas una vez más a nivel presencial. Como no hemos recuperado una normalidad al cien por cien y hay problemas de personal enormes en Renfe por jubilaciones y demás, la situación sigue así”.
Cabe recordar precisamente que en enero del 2020 la taquilla de la estación del tren en Peñaranda reabrió al público aunque sólo estuvo operativa de lunes a viernes y en horario de 09:00 a 14:00 y de 15:00 a 18:00 horas. Los fines de semana y festivos no había personal para atender a los usuarios, ni tampoco los días laborables fuera del horario establecido por lo que los viajeros ya tenían que recurrir a otros canales de venta para sacar billete.
A día de este lunes los paneles informativos de la estación ni siquiera muestran los horarios ni servicios de la línea de media distancia entre Salamanca-Ávila y Madrid, otro ejemplo más de la dejadez y abandono que siguen soportando los habitantes del medio rural en pleno siglo XXI.
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