Borrar
Paulina Cuesta, en el patio de su casa de Macotera donde pasa estos días de agosto. TRISOL
La complejidad de los partos debido a la pobreza: el relato de la pregonera de Macotera

La complejidad de los partos debido a la pobreza: el relato de la pregonera de Macotera

Paulina Cuesta, matrona jubilada, nació en 1928 y fue una de las primeras mujeres macoteranas en completar estudios universitarios

Miércoles, 11 de agosto 2021, 20:10

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

A sus 93 años, Paulina Cuesta mantiene una memoria envidiable, llena de vivencias y recuerdos asociados a su propia vida y, ¡cómo no!, a su labor como matrona durante varias décadas. Viuda desde hace cuatro años y madre de cuatro hijos (tres mujeres y un varón) es todo un ejemplo para quienes la conocen. El Ayuntamiento de Macotera, su pueblo, la ha elegido como pregonera de las fiestas de San Roque y el día 14 se dirigirá a sus vecinos a través de internet y redes sociales.

–¿Cómo ha vivido su elección como pregonera y qué va a reflejar en su intervención?

–Me sorprendí mucho cuando me lo dijeron, sobre todo porque tengo ya 93 años y el pregón aún no lo tengo, pero recogeré mis vivencias de tantos años en Macotera, donde nací, ejercí y he vivido todos estos años. Explicaré lo que ha sido mi vida.

–¿Qué le llevó a formarse como matrona?

–Mi padre era entonces el practicante de Macotera y fue el que me animó para que pudiera ayudarle con los partos. Estudié el Bachillerato en Peñaranda y me quedaba allí en una pensión y luego me fui a Salamanca a la Universidad para formarme como matrona. Estuve en lo que entonces se conocía como “Casa de la Madre” con el doctor Ferreira que abrió una clínica y quería que fuese a trabajar con él, pero mi padre me pidió que viniera a Macotera porque la plaza de matrona estaba vacante y aquí empecé en el año 1954.

–¿Qué recuerda de aquella primera época?

–En aquella época los partos en Macotera eran prácticamente a diario, a veces nacían hasta tres y cuatro niños, todos en casa como era la costumbre. Recuerdo, también, la pobreza que había en barrios como Santa Ana donde tenía que llevar todo para atender los partos, sábanas, toallas, paños... en muchas casas no había ni lo básico, solamente mucha miseria.

–Con los medios de aquellos años imagino que tendría, también, que hacer frente a partos complicados.

–Sí, había partos de gemelos y de niños que venían de nalgas y se complicaba. Otras veces me llamaban, veía a la madre y ya calculaba también el tiempo que podía demorarse el parto. A lo largo de los años he ayudado a traer al mundo incluso a varias generaciones en la misma familia y, en cierto modo, todos esos niños y niñas que he ayudado a nacer son un poco “míos”.

–Sin los avances tecnológicos que ahora tenemos, como el teléfono móvil, ¿quién le avisaba cuando una mujer se ponía de parto?

–Había dos serenos en Macotera y generalmente la familia era la que les avisaba cuando se aproximaba el parto y me iban a buscar a casa. Me decían “venga, Paulina, levántate que tienes tarea” y me acompañaban después hasta la casa donde estaba la parturienta, muchas veces de madrugada y en pleno invierno, con mucho frío, con las calles heladas e incluso con grandes nevadas, pero el trabajo era así.

–¿Cómo fue evolucionando su trabajo como matrona rural?

–Con el paso de los años fueron cambiando las costumbres y todas las madres iban ya a dar a luz al hospital de Salamanca, además de que progresivamente fue descendiendo la natalidad. Cuando dejó de haber partos en Macotera me trasladaron a Peñaranda, al centro de salud, donde ejercí como practicante hasta que me jubilé y donde me nombraron matrona de zona, pero, a pesar del tiempo que estuve allí, no tuve que atender ningún parto. Luego empecé a enfermar de la cadera, me tuvieron que operar pero los compañeros que tuve se portaban muy bien conmigo e incluso en las guardias me llevaban en su coche si, por ejemplo, había que ir a algún pueblo a poner una inyección o un suero a algún paciente.

–¿Cómo ve lo que nos está tocando vivir con la covid?

–Nos está marcando la vida a todos, la alegría que había estos días en este pueblo cuando iba a llegar San Roque, con los toros, con todo, ahora mismo tenía que estar la plaza delante de mi casa llena de chiringuitos y atracciones de feria y ahora que veas esto tan triste, la gente no se atreve a nada, sólo se queda en casa y me da mucha lástima.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios