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Jueves, 8 de julio 2021, 12:57
El estudio de la minería del oro de la época romana nos permite aprender sobre los cambios sociales y territoriales que se sucedieron en las zonas rurales del Imperio Romano. Transformaciones en el paisaje, los usos del suelo y la vegetación son algunos de los resultados que ya están obteniendo los investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) como fruto de su trabajo dentro del proyecto AVRARIA, financiado por la Comunidad de Madrid.
Al igual que en excavaciones anteriores que el equipo de Brais Xosé Currás, científico del CSIC en el Instituto de Historia e investigador principal del proyecto, ha llevado a cabo en las explotaciones mineras de O Courel (Lugo) y Penamacor (Portugal), el estudio de la zona minera de la Sierra de Francia se centrará en la red hidráulica que abastecía las minas y tendrá por objetivo determinar el periodo durante el que permanecieron en funcionamiento y extrapolar nuevos conocimientos sobre las características sociales, territoriales y económicas de las provincias romanas.
“Los depósitos de agua empleados en las explotaciones mineras romanas a cielo abierto son verdaderos archivos que contienen una gran cantidad de información referente a la evolución del paisaje -señala Currás-. En concreto, la sedimentación que se produjo dentro del vaso del depósito mientras estuvo en funcionamiento y durante buena parte del periodo que siguió a su abandono (cuando el agua todavía se seguía acumulando), contiene información paleoambiental extremadamente rica con datos de carácter edafológico, palinológico y antracológico”.
“Tras el procesado de los muestreos en los depósitos de agua de las antiguas labores de oro, esperamos obtener datos sobre el modo en que el impacto de la minería afecta a cuestiones como la intensificación de la antropización derivada de un aumento de la densidad demográfica; la transformación en los usos del suelo; la apertura de zonas de cultivo y pasto; la evolución de los procesos de deforestación; la introducción de nuevas especies o la contaminación ambiental causada por metales pesados asociados con la actividad minerometalúrgica”, explica el investigador principal.
En Salamanca, las zonas de estudio donde el grupo trabajará durante la primera quincena de julio son el conocido conjunto arqueológico de Las Cavenes, en el municipio de El Cabaco, y el área minera del río Pinalejo, en El Maíllo, en los que el CSIC ya había desarrollado varios proyectos de investigación. Ambos enclaves se beneficiarán de la capacidad de las nuevas técnicas de investigación para explorar sus depósitos de agua y arrojar datos inéditos. Además, a estas localizaciones se unirá una tercera, la de Los Lindones de la Majada, en Nava de Francia, un lugar que brinda al equipo la oportunidad de investigar un conjunto de antiguas terrazas de cultivo que, sospechan, podrían datar de la época romana.
“Nuestra investigación no aborda la minería como un hecho aislado, sino que busca entender su contexto social. Queremos estudiar los modos de vida de las personas encargadas del trabajo en las minas y el análisis de los espacios de cultivo es una forma de aproximarnos a la vida cotidiana de las comunidades campesinas que habitaron la zona en época romana”.
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