La falta de vocaciones obliga a traer sacerdotes desde el extranjero

La falta de vocaciones sacerdotales en España ha obligado a la Iglesia a buscar soluciones fuera del país y una de ellas ha sido la de traer a religiosos extranjeros que realizan su formación académica en Salamanca y, de paso, colaboran ejerciendo como sacerdotes a lo largo y ancho de toda la provincia.

Una situación que no es nueva dado que hay comunidades como los Oblatos de San José, asentados en Linares de Riofrío, que comenzaron a llegar procedentes de Perú en 2012. En todo este periodo, han sido numerosos los sacerdotes de diferentes países que han llegado a las diócesis salmantinas desde diferentes procedencias, aunque el problema se agrava aún más hasta el punto de que hay religiosos que se ven obligados a asumir hasta trece localidades por la esa acuciante falta de relevo.

Así se ha puesto de manifiesto con motivo de los nuevos nombramientos realizados por el obispo de Salamanca, José Luis Retana, que se harán efectivos a partir de septiembre con la toma de posesión canónica, si bien, hay algunos que ya están ejerciendo esa labor desde el pasado mes de mayo.

Los nombramientos afectan principalmente al Seminario San Carlos Borromeo y Cáritas diocesana, así como a las Delegaciones diocesanas del Clero, Apostolado Laical, Pastoral Vocacional, Familia y Vida, el Servicio diocesano de Pastoral Penitenciaria y la Capellanía del Tanatorio San Carlos Borromeo.

También se han producido movimientos de sacerdotes en cinco de los siete arciprestazgos de la Diócesis. Entre estos nuevos nombramientos figuran tras sacerdotes procedentes de países del exterior, como son Perú (Julio César Paredes), Argentina (Sergio Ariel Romera) y Colombia (Gabriel Alberto Jaramillo). Se suman a otros compañeros que ya ejercen su ministerio en la provincia, como el padre José Romelio Ramírez, procedente de Venezuela, o los sacerdotes de diferentes países de África, que ejercen su labor en parroquias salmantinas de la Diócesis de Plasencia.

Por norma general, estos párrocos realizan su labor pastoral durante unos años concretos, mientras se prolonga su formación en Salamanca. Llegan avalados por sus respectivas diócesis de procedencia y suelen contar con el respaldo de los fieles de las localidades donde se asientan. Es el caso de sacerdotes como Abel Ocampo en Candelario o el tristemente fallecido Marcos Trujillo, recordado aún en la zona de Linares y de Béjar y que murió el 15 de abril de 2021 a los pocos meses de regresar a Perú por covid.

También ha habido ocasiones en las que la llegada de comunidades procedentes de otros países no han resultado según se esperaba. Fallida fue, por ejemplo, la llegada a la parroquia del Pilar y San José de Béjar en 2016 de dos sacerdotes de los Misioneros del Sagrado Corazón de Jesús y Santa María de Guadalupe, de México, que desaparecieron de la ciudad poco después sin ofrecer mayores explicaciones.

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