«Esta escuela revive gracias a los inmigrantes, estaba cerrada y fue reabierta por ellos»
El abogado Luis Rodríguez, su hermana Virginia, y su amigo Tomás acuden a diario a Villar de Gallimazo para ofrecer clases de español a algunos de los malienses que trabajan en la localidad
La historia que se está escribiendo en estos momentos en Villar de Gallimazo habla de superación personal, de altruismo, de oferta y demanda de trabajo, de convivencia e intercambio de vidas y experiencias, entre otras muchas cosas más.
Cada día en un aula del edificio del Ayuntamiento de Villar de Gallimazo se encuentran varios trabajadores originarios, en su mayoría de Malí, y tres españoles voluntarios, unos hacen el esfuerzo de estudiar para aprender español e integrarse lo más rápido posible, además de formarse en sus profesiones, sacarse el carnet de conducir u obtener la nacionalidad, en vez de descansar tras su trabajo y otros dedican su tiempo a ayudar y a la vez dicen que también «aprender y enriquecerse con este potente intercambio cultural».
Todo esto sucede en una labor callada, silenciosa de la que se hizo eco la sociedad gracias a que el alcalde de Villar de Gallimazo, Daniel Redondo, quiso reconocer la labor del abogado Luis Rodríguez, que como ciudadano por iniciativa propia tuvo la generosidad de poner en marcha esta suerte de escuela, en la que cuenta con el apoyo de su hermana Virginia y de su amigo Tomás.
«Esta escuela revive gracias a los inmigrantes, estaba cerrada y fue reabierta por ellos, el mobiliario lo están aprovechando, vienen cada día con mucha ilusión», cuenta Luis Rodríguez. «Y gracias a vosotros que nos enseñáis», añade Worokia.
Precisamente el ejemplo de esta mujer maliense, ahora vecina de El Villar, con la que Luis quiso compartir la lectura del pregón, representa una de las muestras de superación que abundan en un pueblo que ahora mismo da empleo a más de 100 inmigrantes en las huertas y otras empresas. Ella llegó hace tres años y durante dos ha estado casi sin salir de casa porque apenas entendía español. Ahora tiene su carnet de conducir y estudia una Formación Profesional de auxiliar de enfermería.
La historia de esta empresa comenzó porque el promotor de esta labor altruista comenzó a ayudar a uno de los que ahora son sus alumnos a prepararse para el primer examen de español exigido para obtener la nacionalidad.
La hermana de Luis, Virginia es profesora algo que ayuda mucho en esta tarea. «Colaboro solo algunos días pero me gusta, ellos nos lo agradecen pero nosotros también aprendemos de ellos, es una relación, solo el interés que manifiestan y el esfuerzo que están haciendo merece nuestro apoyo», declara Virginia.
«Ellos están integrados y están trabajando, lo que hace falta es que se a nivel oficial y administrativo se les faciliten las cosas», reivindica Luis Rodríguez que pone su granito de arena con sus clases y apoyo directo.
«Vine en patera desde Mauritania, por Fuerteventura»
Luis Rodríguez incide en la necesidad de conocer cada historia para hacerse una idea del trasfondo de cada vida. «Vine en patera desde Mauritania por Fuerteventura», cuenta Moussa. El viaje no fue tan sencillo porque le supuso meses de viaje en coche, a pie y en unos barcos que fabricaron ellos mismos a pesar de pagar por ese traslado. Esto fue en 2007, desde entonces ha pasado por Palma de Mallorca y Huelva antes de llegar a su destino final en Villar de Gallimazo.